
Soldador de ollas de peltre y aluminio es un oficio en peligro de extinción, que en la actualidad, pocos son quienes aún se dedican a ello.
“¡Ollas, sartenes, cacerolas, vasos o algo que soldaaaaaaaar!” Es el grito diario de batalla que se escucha de don Alfonso, soldador de este tipo de utensilios de cocina al caminar por calles de Tenango del Aire, recorriendo hasta ocho horas en espera que alguna ama de casa salga de su casa y solicite sus servicios.
Alfonso es originario de un pueblo del Estado de Guerrero, de muy joven llegó a vivir con su esposa a la Ciudad de México y a temprana edad aprendió el oficio con un conocido de la familia, si bien, su necesidad económica lo empujó a aprender media docena de trabajos como plomería, albañilería, que combinaba para solventar los gastos familiares.
En una bolsa de yute al hombro, donde carga tres kilos de carbón, soldadura y un poco de combustible para encender el horno donde calienta su cautín, muy temprano inicia su diaria jornada, con la esperanza de que alguna señora escuche su pregón y le dé trabajo.