
UNA MADRUGADA DE FINALES DE ENERO del 2009, a días de definirse las candidaturas a alcaldes en la entidad, Roberto Trinidad Moreno García recibió una llamada a su celular del entonces secretario de organización del PRI que lo citó al mediodía siguiente en el comité directivo estatal.
ROBERTO, HOY primer regidor del ayuntamiento de Tlalmanalco llegó puntual a su cita y fue recibido p e r s o n a l m e n t e p o r e l e n t o n c e s presidente del tricolor, Ricardo Aguilar Castillo, quien le informó que su partido lo había designado candidato a la alcaldía de su municipio.
EN ESE AÑO, los aspirantes que más sonaban para ese cargo eran Francisco Hernández Serrato y el citado Moreno García.
SIN EMBARGO, días después de la entrevista de Roberto Trinidad con Aguilar Castillo, sorpresivamente el PRI lo desconoció y designó en su lugar a Mario Zúñiga Zúñiga, cuyo nombre, si bien figuraba entre los aspirantes, no se le daban mayores oportunidades.
DÍAS DESPUÉS DE SU reunión con Ricardo Aguilar, Ismael Ordóñez Mancilla, quien se desempeñaba como secretario general adjunto del PRI en la región oriente, se comunicó con Roberto Trinidad para pedirle su renuncia como candidato a la alcaldía.
LO DEMÁS YA SE SABE. Priistas de Tlalmanalco me aseguraron que a Mario le cayó la candidatura del cielo, si bien, tuvo en su papá y en el doctor Aurelio Salinas, presidente de Movimiento Territorial en la entidad, a sus principales impulsores.
COMO PREMIO DE CONSOLACIÓN, a Roberto lo nombraron síndico en la planilla de Mario, que ganó las elecciones del 2009.
SIN EMBARGO, aunque molesto por el manoseo de que fue objeto, Roberto se disciplinó, no vociferó ni traicionó, “tragó camote” y se sumó a la campaña.
UN ESCENARIO PARECIDO en la forma y fondo se vivió nuevamente en Tlalmanalco en el proceso actual para elegir abanderado a la alcaldía, y nuevamente Mario Zúñiga fue actor principal de una trama novelesca, pero ahora, en calidad de víctima.
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