
CHALCO, Méx.- Con su diminuta cara tostada por el sol, sus ropas sucias y pequeñas manos llenas de tierra, la pequeña y delgada figura de Carlos Alberto destaca en un mar de basura, caminando junto al triciclo de su padre
El niño de siete años no asiste con regularidad a la escuela, sólo cuando se lo permite su padre Francisco y su horario de trabajo como pepenador en el tiradero de basura a cielo abierto de la colonia Jardines de Chalco.
Su rostro refleja cansancio, hastío, indiferencia, aunque al saberse objetivo de un fotógrafo, modificó su gesto.
Carlos Alberto es huérfano, el año pasado dejó de asistir a la primaria, cursaba el primer año, para ayudar a su papá.
AMAQUEME entrevistó a padre e hijo en el tiradero. El niño confesó que dejó de ir por un tiempo a la escuela, tanto por su trabajo diario, como por el fallecimiento de su mamá, lo que originó perder su primer grado escolar.
Pancho su padre, contó al reportero que llegó a vivir a la colonia antorchista “Humberto Vidal, donde le dieron a cuidar un terreno, sólo con un cuarto en obra negra y piso de tierra.
Ahí llegó con Esther, su difunta esposa y Carlitos, que tenía cuatro años y medio.
“Por fortuna sólo tuvimos a Beto, porque de lo contrario no sé qué hubiera hecho solo y con más hijos, como ve no he podido darle más a Carlos, tengo que traérmelo a trabajar porque no puede quedarse solo”, externó Pancho.
“Pepenamos las botellas de plástico, cartón, vidrio y aluminio para venderlo y sacar para irla pasando, mi chamaco está repitiendo el primer año de primaria porque dejó de ir cuando murió mi esposa por infarto y ya no pude llevarlo”, comentó.
Contó que sólo lleva a su hijo a la escuela cuando él no va al tiradero,
“sólo son dos o tres veces por semana, quien sabe cómo le vaya este fin de curso”.
Carlos Alberto se negó a hablar con el reportero gráfico, ni siquiera su nombre. Durante la entrevista con su padre, se mostró indiferente, sólo se interesó en su perro “piruetas”, fiel acompañante, pese al extremo calor, a quien lo encontraron vagando en el mismo tiradero, adoptándolo para formar parte de su familia.
“Es muy huraño y entiendo por qué, pero no nos queda de otra más que echarle ganas porque está muy cabrona la vida, sé que le estoy dando en la madre a su niñez porque no la está viviendo como debiera, espero que algún día lo comprenda y me perdone por esto”, confió el pepenador.
Dijo que no le ha tocado la suerte de encontrar algún objeto de gran valor como luego dicen, les ha sucedido a otros pepenadores.
“Había oído que algunas personas se han encontrado cosas de oro, carteras con dinero o alguna otra cosa de valor, pero la verdad a nosotros no nos ha tocado la suerte de eso”, señaló.