
Jorge Martínez Cordero
COCOTITLAN, Méx.- El uno de noviembre, las calles de prolongadas pendientes se iluminan con decenas de fogatas para alumbrar el camino de los fieles difuntos y la música de bandas de viento empieza a escucharse en cada esquina.
Las fogatas prendidas en las entradas o frentes de casas, es el preámbulo para dar paso a las ruidosas y llamativas comparsas, en su mayoría integradas por hombres vestidos con diminutas prendas de mujer o caracterizados de catrinas, calaveras o como se les viene en gana.
Al final de la larga velada, ya en las primeras horas del nuevo día, son premiados los mejores bailarines y atuendos.
Desde temprana hora del jueves uno de noviembre, vecinos y visitantes de Chalco, Temamatla, Tenango del Aire, Ozumba, Cuautla y de la Ciudad de México empiezan a prepararse, tanto para disfrazarse, como para recorrer las calles acompañando a las “marotas”, acompañadas de bandas de viento.