12 de marzo
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Por Yohali Reséndiz

¿A quién no estremeció e indignó lo que le ocurrió a la pequeña Fátima Cecilia de 7 años?

¿Qué necesitan los padres de familia, para qué de una vez por todas, mujeres y hombres asuman una responsabilidad protectora y real con los niños y niñas en todos sentidos? ¿Acaso la pobreza o riqueza es un factor que determina una conciencia de cuidados integrales? Yo creo que no.

¿Cuántos niños desaparecidos, asesinados y violados necesita la autoridad para hacer su trabajo y cumplir protocolos para evitar, en la manera de sus posibilidades, -que son muchas-, el dolor de perder a un hijo amado.  

He regresado la película una y otra y otra vez, y durante parte de mi investigación, -que aún no termina-, he dado con un rosario de factores que fueron engarzándose para que Fátima Cecilia hoy no esté jugando con la muñeca que tanto amaba.

Tenemos que reflexionar y resaltar, que por los descuidos de varios involucrados, a Fátima Cecilia la perdimos.   

Aquella tarde del 11 de febrero, Fátima llegó a la escuela sonriente.

Su maestro Jonathan, le había, -sin saberlo-, inspirado un gran amor por las matemáticas.

Era una alumna atenta, brillante, de eso, no cabe duda.  

La chicharra de la primaria Enrique C. Rebsamen, ubicada en la calle Santiago Tulyehualco, de la alcaldía Xochimilco sonó cuando el reloj marcó las seis y media de la tarde, apenas el sol se había escondido cuando los maestros comenzaron a entregar a los alumnos, a padres, abuelos, abuelas, tíos, tías, hermanas o hermanos que hacían una fila del lado derecho en la puerta de la salida, ubicada en la calle Ignacio Zaragoza.  

El tiempo y la formación avanzaba y apenas un puñado de alumnos fueron quedando rezagados, y sin ningún miramiento, fueron echados a la calle.  

Es mentira que ahora quieran revertir lo que hicieron, a Fátima Cecilia y otros niños más, los echaron a una especie de explanada donde estaban instalados varios puestos de feria.

No siguieron los protocolos que indican que debieron ponerse en contacto telefónico con la familia de Fátima y los otros niños, o entonces, ¿para qué carajo, piden números de contacto del padre o madre si no los usan en situaciones como estas?

Y en caso de no encontrar respuesta, la autoridad de la escuela, en este caso el director, acompañado de un maestro, debió llevar a Fátima Cecilia y a los otros niños ante la autoridad ministerial y ponerlos bajo resguardo, ¿pero qué flojera, no? Mejor los echan a la calle y listo.

Poco a poco los padres apresurados iban llegando por sus hijos, menos por Fátima Cecilia; veinte minutos después, cuando por fin, alguien llegó a recogerla, no la encontró, porque una mujer ya se le había adelantado.  

Los gritos de su nombre, comenzaron a escucharse, entre la música que sonaba en las bocinas de los puestos ambulantes, ¡Fáaaaaatimaaaaaaaa! ¡Fáaaaaaatimaaaaa!, las personas que habían llegado a divertirse a la feria, miraron, cuchichearon, pero como Fátima Cecilia no era de su familia, pues para qué ayudar a sus familiares angustiados y desesperados que la buscaban. Entonces, cada quién siguió en lo suyo.

Todavía a las nueve y media de la noche, María Magdalena, madre de la menor, gritaba en medio de los puestos y juegos metálicos el nombre de su hija mientras se agarraba la cabeza en señal de locura.

La familia de Fátima se presentó a la alcaldía de Tláhuac a denunciar su desaparición, pero no los atendieron porque ahora quienes no encuentran a un familiar deben acudir a la FIPEDE (Fiscalía para Personas Desaparecidas), ubicada en la alcaldía de Azcapotzalco.

Y así, fue hasta el día siguiente, casi 12 horas más tarde, que un boletín de Alerta Ámber fue distribuido en las calles y los medios de comunicación, en el que se leía que Fátima Cecilia Aldrighett Antón había sido vista por última vez en la calle Ignacio Zaragoza, colonia Tulyehualco, en compañía de un hombre.

La realidad es que no fue un hombre sino una mujer la que se la había llevado a la salida de la escuela.

57 pasos son los que se cuentan de lado derecho de la puerta de salida de la escuela de Fátima Cecilia hasta la esquina de su escuela, donde está ubicada una cámara del C-5, sólo que eso da igual porque las lonas y sombrillas de los vendedores ambulantes tapan la visión.

Así, cómo carajo la cámara iba a grabar alguna imagen de Fátima Cecilia al salir de la escuela, si para la alcaldía de Xochimilco, los permisos para ese tipo de “diversiones” representan un ingreso.

Fue hasta el 17 de Febrero, es decir, 6 días después de la desaparición y localización del cuerpo de Fátima Cecilia, que la alcaldía instruyó a comerciantes, bajar o cerrar sus sombrillas y despejar la zona de la cámara.

Señores, ¿ya para qué?

La Alerta Ámber, donde eso sí en las observaciones dice: se recibe denuncia el día 12 de Febrero del 2020, -para cualquier reclamo, verdad-, se leía que llevaba puesto el uniforme, pero no aclaraba que alguien se la había llevado a la salida de su escuela.  

Quizá sí hubieran hecho la investigación inmediata, a través de una segunda cámara ubicada en la calle de Niños Héroes y Belisario Domínguez hubieran visto a tiempo que Fátima Cecilia fue vista por última vez, acompañada por una persona del sexo femenino y esas aclaraciones, quizá hubieran sido diferencia para que en las redes sociales y medios de comunicación fuera más expuesta su fotografía y lograr pistas para su localización.

En las señas particulares, tampoco decía que Fátima usaba sólo un arete, ya que uno de los orificios se había tapado.

Lo resalto, porque esa fue una de las características por las que su madre reconoció el cuerpo, además de una pequeña cicatriz en una parte de su pierna derecha.

Durante la ruta que Fátima Cecilia realizó primero al lado de Gladys Giovana “N” y luego de su mano, hubo al menos 8 cámaras, 4 del C-5, 4 particulares y aquí viene la pregunta incómoda para la autoridad, ¿Una vez, que tuvieron la denuncia, cuántas horas tardaron en comenzar a buscarla?
La respuesta es sencilla, se tardaron, ya que de actuar rápido, sólo con el seguimiento de las cámaras del C-5 hubieran encontrado el domicilio cateado 4 días después de su desaparición y un millón de posibilidades a una de encontrarla ¡VIVA!

¿Por qué lo decimos?

El cuerpo de Fátima Cecilia fue localizado el sábado 15, es decir, cuatro días después de su desaparición.

Esa madrugada, la policía de investigación dio con un predio localizado en San Sebastián, de la misma alcaldía, ubicado a 15 minutos caminando de la escuela de Fátima Cecilia, ocho minutos en mototaxi, cinco minutos en bicicleta, nueve minutos en automóvil.  

Y sin embargo, cuatro días después el cuerpo de Fátima fue localizado y por la descomposición de su cuerpo, pudo ser violada la noche del 11 y asesinada entre el miércoles 12 y jueves 13, es decir, los policías de investigación, tuvieron todo un día para localizarla con vida, solamente con seguir las rutas de las cámaras, pero les valió.

Porque es muy sencillo, si los videos hubiesen sido vistos en cuanto se interpuso la denuncia, se hubiese sabido que no fue un hombre quién se la llevó sino una mujer y hubieran llegado al domicilio donde la tuvieron resguardada.

¿Qué pendejada hicieron? Reveló en una entrevista la tía de Mario Alberto “N”, presunto agresor y violador de Fátima Cecilia, cuando miraba la televisión, vio sus rostros y supo lo que su sobrino y su pareja hicieron con Fátima Cecilia.

Y habría que aclarar que las pendejadas no sólo las hicieron ellos, sino cada uno de las partes que debieron ser responsables.

Así que, si existiera la justicia en este país, no sólo sus agresores deben ser castigados, sino también todos los demás, sancionados al menos, asumiendo su parte en esta historia de dolor y negligencia, dónde para Fátima Cecilia, el tiempo y la irresponsabilidad fueron factores claves que contribuyeron para que una pareja, bifurcara su destino.   

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