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1 de julio

Jorge Martínez Cordero. 

    SAN ANDRES METLA, Méx.- Familias de comensales y visitantes a la zona restaurantera situada sobre la carretera México-Cuautla pasan por alto las medidas sanitarias conviviendo sin ninguna protección.

   En casi 500 metros de la carretera San Andrés Metla existe más de medio centenar de restaurantes, chelerías, bares, campos de convivencia familiar con alquiler de cuatrimotos y caballos.

   Principalmente los fines de semana se registra una asistencia alta que genera importante derrama económica a dueños de esos lugares, más no para el municipio.

   Desde la segunda semana de junio, los diversos establecimientos, muchos de ellos dedicados exclusivamente a la vena de cerveza, abrieron con mayor regularidad, acatando varios de ellos las medidas de sanidad aún existentes.

   Sin embargo sus clientes no las respetan, convirtiendo medio kilómetro de negocios en un gran foco de infección del virus que ocasiona el COVID-19.

   Los comensales y paseantes ingresan a los negocios sin cubre bocas y tampoco respetan la sana distancia.

   El reportero gráfico de AMAQUEME acudió el domingo 16 al lugar y comprobó lo anterior.

    Desde hace tres semanas la afluencia de visitantes de municipios cercanos y conurbados a la Ciudad de México aumentó de manera sorprendente de acuerdo a empleados de negocios entrevistados.

   Aseguraron que ha habido fines de semana que el número de personas ha rebasado los cinco mil, pero la mayoría no cumplió las normas establecidas.

   Hicieron pública su preocupación que en la zona restaurante se presente un brote de contagios que afecta la comunidad de San Andrés Metla, por la irresponsabilidad de los comensales, que llegan sin los cuidados ni protección debida.

    “Creemos que también la responsabilidad de controlar la situación es del gobierno municipal por ser territorio de Cocotitlán, pero tal parece que los dueños de los locales son los que imponen sus reglas para trabajar sin ningún control sanitario”, afirmó Carlos Alberto Jiménez.

   Demandó regular lo que sucede cada fin de semana, ya que a pesar de estar prohibidas las aglomeraciones, nadie hace nada, ni la Guardia Nacional que está presente en el lugar.