fbpx
1 de julio

Mónica Martínez Rivera

   OZUMBA, Méx.- Un chile atole, que obligadamente debe acompañarse de un cocol, es una delicia que se disfruta a cualquier hora del día gracias a su combinación de maíz, masa, epazote y chile, de ahí su nombre.

   Este centenario platillo heredado de la gastronomía azteca se prepara desde hace varias generaciones en la familia de Francisca Castro Adaya, que en temporada de elotes lo elabora para venderlo el martes y viernes en el tianguis de este municipio.

   Empezó a vender, recordó en entrevista con AMAQUEME, hace más de cinco décadas.

    La reportera le solicitó previamente una entrevista que se llevó a cabo en la cocina de humo donde Francisca lo prepara, donde fue testigo de todo el procedimiento y tiempo que dedica para elaborar tan exquisito y típico alimento.

   Todo comienza con la compra de los elotes, regularmente un día antes, luego los limpia al día siguiente por la mañana, para de esa manera, subrayó, asegurar la frescura del maíz.

   Los martes a las seis y los viernes una hora más tarde, Francisca iniciada su ardua tarea y con el apoyo de su hijo retiran la hoja, luego, con una hoz rebanar los granos rápidamente.

    “Antes ya debe estar llena la olla de agua colocada en el tlecuil, donde cocino el chileatole; tardo menos de cinco minutos en encender la leña, vaciar los granos de elote y hasta que hiervan se le cuela la masa que previamente disolví y muevo por un rato para que al final le ponga epazote, chiles molidos y sal, sigo revolviendo hasta lograr una consistencia”, detalló la entrevistada.

   Afirmó que sólo ella debe de mover el contenido de la ola de barro, pues si alguien más lo intenta hacer, el chileatole no espesa.

   “La cuchara debe de ser de madera, pues si se hace con una de aluminio el chile atole se corta”, aclaró.

   Doña Francisca dijo que esto se debe a que es una comida muy delicada, y las ollas solo se deben de lavar por dentro, pues el tizne las recubre y evita que se piquen.

   Comentó que dichas recomendaciones la recibió de su mamá, Amalia Adaya Galicia, quien le enseñó a guisar el chileatole desde pequeña, junto a sus hermanos.

   Señaló que fue a partir de 1965 cuando empezó a venderlo para ayudar a su marido con los gastos de la casa.

   Externó que su suegra también vendía en el tianguis.

   “Lo llevaba en una olla de barro, ayudada por dos niños que lo cargaban en un ayate mientras yo lo iba ofreciendo en la plaza, lo daba en un jarro de un cuarto de litro a diez centavos, poco a poco fui teniendo clientes y llegué hacer 40 litros de chileatole”, rememoró la señora.

    Doña Amalia agregó que en ese entonces únicamente vendía chileatole los amrtes, pero con el paso de los años empezó a ofertarlo viernes y domingos frente a la iglesia; después logró hacerse de un lugar allá por el año de 1972 y puso una mesa.

   Para incrementar sus ingresos, también vendía elotes hervidos que preparaba con chile y limón, en 1995 eran con crema hasta que la mayonesa fue más comercial.

   De los seis hijos de Amalia, sólo Francisca y Félix siguen vendiendo chileatole; Claudia y María del Carmen venden elotes hervidos.

   Al final, luego de más de hora y media, la reportera probó esta exquisita bebida, que por primera vez tuvo oportunidad presenciar su preparación.

  La espera valió la pena.