
Jorge Martínez Cordero
SAN MARTÍN CUAUTLALPAN, Méx.- Por falta de dinero de sus padres para costear el servicio de internet, comprar una computadora o teléfonos inteligentes, Dulce e Iván Columna Buendía, de nueve y siete años perderán el nuevo ciclo escolar.
Los hermanitos deberían de estar cursando el cuarto y segundo grado en la nueva modalidad de clases virtuales, pero la insolvencia económica de sus padres se los impidió.
En su casa, donde viven con tres hermanos más y sus progenitores, las carencias son muchas, porque los ingresos de ambos son insuficiencias para brindarles los más elementales satisfactores a sus vástagos de comida, ropa y educación.
A consecuencia de ello y sin posibilidades de contar con lo antes mencionado, los dos hermanitos no fueron inscritos a la escuela.
Los cinco miembros de la familia Columna Buendía sólo tienen un viejo televisor que con dificultad capta la señal abierta y viven hacinados en dos cuartos de ladrillo sobre puestos, sin ninguna mezcla que les garantice mediana seguridad.
El reportero de AMAQUEME visitó la humilde vivienda, asentada en una zona irregular de los hornos de esta comnunidad, que carece de los servicios más elementales.
Los dos cuartos son utilizados como cocina, comedor, estancia y recámara, donde duermen los cinco hermanitos y sus padres.
En las dos piezas con techo de láminas de cartón precariamente sostenidas, han vivido los últimos diez años.
Ana Karen Buendía, madre de los dos pequeños, confió al reportero que cuando a su televisor le llega señal, puede sintonizar las clases para que por lo menos ahí ellos las vean, porque los horarios de sus grados se enciman.
“No es lo ideal y aunque no los pude inscribir, cuando hay oportunidad los pongo a que tomen clase, y les ayudo enseñándoles lo que sé y puedo”, comentó la señora, quien pese a su trabajo en los hornos se da su tiempo para apoyar a sus hijos en su trabajo escolar.
Su historia y carencias son las mismas de otras familias asentadas en la misma zona
Con una limitada economía, los padres de familia que viven y sobreviven en casas prestadas ubicadas en terrenos de los hornos ladrilleros de San Martín Cuautlalpan, donde trabajan, la gran mayoría si no es que todos los niños del lugar, perderán al igual que Dulce e Iván el presente año escolar, porque tampoco fueron matriculados.
La deserción de estudiantes ante la nueva modalidad de estudio se ha sumado al problema de dinero al menos por el presente año escolar sin ser exclusivo de las familias de San Martín, el problema es de ámbito estatal y nacional.
AMAQUEME conoció por declaraciones de otros padres de familia que de las casi 100 familias asentadas en terrenos de los horneros, la gran mayoría tomó la misma decisión de no inscribir a sus hijos a la escuela, el motivo fue el mismo.
Alexander Buendía de 12 años quien debió inscribirse al segundo grado de la tele secundaria dijo que también por falta de dinero de sus papás para poder costearle algún teléfono y pagar internet dejara de ir éste año a la escuela.