
Mónica Martínez Rivera
ZENTLALPAN, Méx. – Avelino Galicia Gutiérrez pertenece a la segunda generación de los pioneros en la elaboración de los famosos cocoles de Zentlalpan.
Fueron sus tíos Delfin y Francisco Galicia los primeros en esta comunidad, que iban a vender a Xochimilco y en pueblos de la región, cargándolos en huacales.
Entrevistado por AMAQUEME, afirmó que al tener un sabor diferente a cualquier otro cocol, la gente prefería los suyos.-
A sus 70 años don Avelino es el encargado de hornear los cocoles en el horno de piedra, oficio al que se dedica desde hace más de 40, aunque ahora, además del pan tradicional de dulce, ofrece el de anís, piloncillo, el mestizo y el tlacoyo, que son una combinación de dulce con sal, sólo que uno es redondo y el otro tiene forma de rombo.
Confió que creó su propia receta de nata con mantequilla y nata con nuez, siendo el único panadero en Zentlalpan, que los hace y vende en su domicilio los viernes y sábado y en la entrada del mercado de Tláhuac los domingos.
Don Avelino también hace pambazos y en esta temporada hace pan de muerto, el cual aseguró es de una receta diferente a la del resto, que con su esposa Micaela Graciela Díaz la mejoró hace años, cuando decidieron abrir su propio negocio para mantener a sus tres hijos.
Cada viernes y sábado, Avelino se tiene que levantar a las cinco de la mañana, para que preparar el amasijo de diferentes sabores, que un día antes lo dejó reposar para doblar su tamaño.
Dijo que lo amasa a puño limpio sin usar batidora, luego pone la masa extendida sobre la mesa, donde las señoras amasadoras las hacen bolita para que finalmente, con unos moletes hagan los cocoles, se coloquen en las charolas y se metan al horno con una pala de madera para que se cosan.
Finalmente explicó que hace dos años falleció su esposa y él se quedó a cargo de su amasijo, pero sus tres hijos, Julio, Marco y Mariela se turnan cada fin de semana para venderlo.