
Jorge Martínez Cordero
SAN ANDRÉS METLA, Méx.- Herramientas creadas por él mismo, una máquina de coser, mesa de corte, hilos y sobrada imaginación y creatividad como principal ingrediente, son los instrumentos cotidianos de trabajo de Armando Aguilar Sánchez para transformar la piel de conejo en prendas de vestir.
En este oficio, Armando está por alcanzar el medio siglo, pues lleva 48 años dedicándose a curtirla, siendo la segunda generación de su familia en dedicarse a esta actividad.
Rodeado de sus utensilios, pieles oreándose en improvisados tendederos, junto a sus diferentes creaciones como pantuflas, llaveros de pata de conejo y gorros, Armando “El conejero” accedió a conversar con AMAQUEME.
Rememoró que tenía ocho o nueve años cuando aprendió el oficio que le da de comer y sostener a su familia, bajo la guía y conocimientos que su padre le transmitió.
“Curtíamos pieles de borregos y cerdos, pero la del conejo fue con la que finalmente nos quedamos, es la más noble y se aprovecha mejor en la elaboración de objetos diversos”, comentó,
Citó que su materia prima que luego curte, la compra en granjas, rastros y restaurantes para posteriormente dar forma a bolsas, botas, bufandas, chalecos, carteras, llaveros gorras, guantes y un sin número de prendas y artesanías, la mayoría de forma manual que primero concibe en su imaginación.
Señaló que si le pone empeño a algún pedido, se tarda hasta ocho días en concluirlo, proceso en el que confió, descansa pocas horas en su afán de entregar un producto de calidad.
Aseguró que al curtido de la piel de conejo le da un trato especial por su delicadeza.
“Para unas 200 pieles es el tiempo que invierto, es lo que necesito para trabajar y tener el producto ya en la mano, directo para su venta; se debe tener cuidado al escoger el tipo de piel, porque no cualquiera sirve, ese conocimiento lo tengo gracias a la enseñanza de mi padre y a mi buen juicio”, subrayó.
Refirió que la piel que utiliza es de acuerdo al producto que va a elaborar, por lo que tiene que seleccionar entre razas conocidas como la Rex, Nueva Zelanda y California.
Apuntó que la Rex es la más fina y cara, ocupándola especialmente para prendedores o guantes, por ser pequeña.
Aclaró que el no sacrifica a los conejos, simplemente compra su piel y la procesa, ya que ha sido cuestionado por vender los productos confeccionados con ella.
Armando reveló que esa piel tarda aproximadamente 20 años en degradarse de manera natural.
Por otra parte, denunció que enfrenta una competencia desleal con productos chinos que se venden más, no tanto por su calidad, sino por la mercadotecnia, pero se reconforta al saber que sus productos los ha logrado vender en Estados Unidos y países de Centro y Sudamérica, como Costa Rica, Venezuela, Colombia y algunos más.
Los lectores de AMAQUEME que vean esta información y tienen interés en adquirir lo que Armando Aguilar hace, lo pueden encontrar sábados, domingos y días festivos en el rancho “La Mesa”, ubicado a la salida de Tlamanalco, en dirección a Amecameca.