12 de marzo
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   ECATZINGO, Méx.- Como laminador de piedra de cantera, Justino Barragán Yáñez le agrega un valor extra a su trabajo, que por su calidad tiene demanda y el reconocimiento de su clientela.

    La reportera de AMAQUEME lo entrevistó en su taller, donde almacena en grandes cantidades la piedra que corta en láminas que más tarde se utilizan para fachadas, como lápidas y en pisos

    Explicó que su riesgoso oficio lo aprendió en un taller del que fue empleado durante cuatro años, donde adquirió experiencia y conocimientos para después independizarse.

   Acompañado de dos trabajadores, dijo que trabaja diario para laminar la piedra que se extrae en forma abundante de los cerros que abundan en este municipio.

   “Entregamos a tiendas de la Ciudad de México, en División del Norte, Observatorio, en Tlalnepantla y Cuernavaca”, precisó Justino.

   Explicó que las láminas cuentan con diferentes tamaños, la más pequeña que él trabaja mide diez por diez centímetros y la más grande es de un 1.30 metros de largo por 45 de ancho.

    “Los mineros nos traen la piedra, en el taller la procesamos, primero en la máquina laminadora para posteriormente cuadrarla a la medida que pide el cliente”, detalló el entrevistado.

   Su trabajador, Edgar Flores Moreno, quien tiene un año como auxiliar en el taller, afirmó que el oficio de laminador es un buen trabajo.

    Durante el tiempo que duró la entrevista, la reportera observó que todo el material que procesa Justino se utiliza, hasta los residuos que deja el corte de las piedras.

   Lo que muchos la considerarían basura, es un material útil, pues puede emplearse para diferentes trabajos.

    “Tratamos de que todo el material se utilice, en este proceso se trata de no desperdiciar absolutamente nada”, afirmó Edgar.

    Asentó que la materia prima principal son las láminas, pero también las “costeras”, que son piedras mucho más delgadas, pero una de sus caras queda rústica y sirven para piso o para fachadas con acabados sencillos.

   Manifestó que también aprovechan el polvo que sale de los cortes, que sus clientes se los piden para restaurar caminos o enzolvar espacios huecos.