
Arqueólogo Jaime Noyola Rocha
Cronista Municipal de Chalco
“…Con la flor de licor de la guerra
Se ha embriagado mi príncipe,
Amarillo señor nuestro de los cuextecas.
Matlaccuitzin se baña con el licor florido de la guerra,
Juntos se van a donde de algún modo se existe…”
Nezahualpilli
Mucho se ha hablado de las guerras floridas de los mexicas con los tlaxcaltecas, cholultecas o chalcas. ¿Pero qué significaron esas guerras rituales para aquellos pueblos guerreros? Hablamos de los pueblos que Alfonso Caso llamó pueblos del Sol. ¿Son tan diferentes de nosotros para que no comprendamos el por qué de sus extraños rituales?
La relación con el cosmos de los pueblos mesoamericanos, como muchos otros pueblos del planeta, era una relación cotidiana e intensa.
Según las creencias el cosmos necesitaba del trabajo de los seres humanos para su propio sostenimiento. Bien visto este tema es muy intenso, imaginen que el Sol y las galaxias requieren que la vida humana sobre el planeta realice ciertos trabajos esotéricos para el equilibrio planetario. Como idea es algo enorme, recuerdo el cuento de Bertrand Russell que nos hace sentir la soledad de la vida, al situar al ser humano como un minúsculo grano de arena infinitesimal, ante la grandeza infinita del cosmos. Al contrario de Russell los pueblos mesoamericanos dimensionaban la existencia humana colectiva como parte de una cadena digestiva de la cual la vida humana jugaba un papel esencial en la economía de las estrellas. Sólo así podemos comprender que los guerreros sintieran como un honor entregar su vida en el altar de sacrificios. No era una muerte inútil, ayudarían a que el Sol siguiera saliendo cada mañana.
Quise empezar este artículo de esta manera, aún antes de mencionar la Xochiyáotl para que no se nos escape como personas modernas, que la vida en otra época ha tenido otras motivaciones y que aquellos seres sentían una articulación orgánica con el universo, nada menos.
Entonces varios siglos antes de la conquista los pueblos mesoamericanos organizaban batallas. Estas batallas se les llamaba Xochiyáotl, de xóchitl que significa flor, yao que significa guerra. Había muertos y heridos en los combates, porque en el intento de capturar enemigos los ánimos se encendían y no eran tan raros los muertos y heridos que producían.
Pero el propósito central era capturar guerreros enemigos como prisioneros. Nezahualpilli habla en sus cantos de esos guerreros que capturan enemigos como “los dueños de las flores ajadas, los poseedores de los escudos de plumas, los que guardan las alturas, los que hacen prisioneros vivientes”.
Las guerras floridas fueron batallas fuertemente reguladas, casi simuladas, cuya finalidad era conseguir víctimas para sus sacrificios.
Caso ha dicho que en esa época militarista se armaron los hombres y se armaron los dioses. Había una mística que producía la violencia del enfrentamiento guerrero, la mística de los guerreros águila y tigre.
Los guerreros que según Nezahualpilli hacen “resonar la trompeta de los tigres y el águila está dando gritos”. Los dioses sólo aceptaban la noble sangre guerrera, por eso los sacrificados debían ser prisioneros capturados en combate.
En su lenguaje poético hablando de ese líquido precioso que circula por nuestras venas dice: “embriagados los mexicanos con el florido licor de los dioses.” Las tres ciudades de la Triple Alianza de –México Tenochtitlan-Texcoco-Tlacopan- acordaban celebrar guerras periódicas con sus enemigos, las ciudades de Tlaxcala, Cholula y Huejotzingo.
De las guerras floridas se ha dicho que eran guerras rituales en la cual los combatientes se distinguían por sus tocados multicolores que simbolizaban la fuerza del jaguar y la intrepidez del águila. En la Matrícula de Tributos de los mexica y en el Códice Mendocino sus páginas están llenas de atuendos guerreros y chimallis de águilas y tigres que eran exigidos como tributo a los pueblos sometidos.
La dinámica de la guerra florida daba inicio cuando los sacerdotes, interpretando los designios de Huitzilopochtli, decían que el Sol y los dioses necesitaban más comida, más sacrificios, entonces había contacto entre mensajeros de los pueblos y acuerdo para tener una guerra florida orientada al sostenimiento del Sol.
Había una gran diferencia entre las guerras floridas y las guerras convencionales, que es su alto grado de misticismo que supera el simple hecho de conquistar territorios.
Las guerras floridas llegaron a ser una institución estable entre los pueblos anahuacas. La técnica de concertación era sencilla pero precisa; previo a la batalla existía un preacuerdo tácito, donde los guerreros de tribus aledañas mueren en los altares tras un combate simulado donde eran capturados. Aun cuando éstas batallas eran simuladas en muchos aspectos, no dejaban de ser batallas reales y sangrientas.
El guerrero capturado era ataviado con decoraciones chamánicas y era sometido por medio de pócimas provocando su pérdida de conocimiento y de cualquier repuesta motriz, para finalmente ser sacrificado en un estado completo de alucinación.
Pero el lapso entre la captura de un guerrero y su sacrificio estaba colmado de ritualidad. Las fuentes hablan de que todos los guerreros participantes en las guerras floridas escogidos para ser sacrificados, pasaban un año donde se preparaban en distintos tipos de artes, la representación terrenal del dios viviente.
Los trataban como seres privilegiados, escogidos por los dioses para ser inmolados para el mejor mantenimiento del mundo, ya que después de extraer su corazón y ofrecerlo a Huitzilopochtli, el guerrero muerto se deificaría y acompañaría al Sol cada día desde el amanecer hasta el cenit. Entonces era un gran honor, tener ese alto privilegio.
Al guerrero presto para el sacrificio se le concedía cuatro esposas vírgenes, quienes lo acompañaban en una embarcación hasta el templo, donde era dejado al pie de las escaleras para ser recibido por cuatro sacerdotes, quienes lo acompañaban hasta la parte alta del templo donde estaba el altar de sacrificio, éstos abrirían su pecho y extraían su corazón aun palpitando para ser presentado como ofrenda al dios Huitzilopochtli.
Existe un misterio sobre la razón de que los dioses aceptaran como único alimento la sangre humana. La muerte sobrevenía cuando el órgano que bombea y distribuye la sangre por todo el cuerpo, era arrancado junto con la vida. ¿Qué significaba la sangre? Era el líquido de la vida, y los dioses extraían la esencia de nuestro cuerpo como su alimento. Era el alto costo humano necesario para el sostenimiento universal que aseguraba que cada mañana el Sol volvería a salir.
En la región de los volcanes Chimalpahin recoge la guerra florida iniciada por los tlacochcalcas contra los chalcas, antes de la consolidación del Chalcayotl que unió a esos grupos en un gran señorío con cuatro cabeceras, tuvo sus primeros momentos en el de 1303.
“…el Chalchiuhtlatónac acordó en el cuartel tlacochcalca que los nonohualcas llevarían a cabo una guerra Téohuatl Tlachinolli [“Guerra sagrada o de motivos religiosos”]…” [1]
Es interesante leer acerca de la parafernalia que rodeaba a los sacrificios humanos, el ritual no estaba completo, si un grupo humano como los tlacochcalcas, no mandaba fabricar en piedra dura su téchcatl o piedra ceremonial para sacrificar a los guerreros y su temalácatl, piedra grande circular sobre la cual se ejecutaban los sacrificios gladiatorios. Imagino las emociones encontradas de los sacerdotes y el terror de los macehuales[2] de la comunidad ante la perspectiva de participar en uno de los combates rituales y ser capturado por el ejército enemigo. Un altar como el que veían colocar podía significar en un momento futuro, en una ciudad desconocida, el destino que sellara su vida al ser sacrificado a los dioses.
Los tlacochcalcas inauguraron en 1307 su altar de sacrificios.
“…Año 10-Caña, 1307.En el mismo año los tlacochcalcas inauguraron su téchcatl, y su temalácatl. En ambas dieron muerte a sus prisioneros ceremoniales en Xinpacoyan, o Xaltícpac como también decían…” [3]
La guerra florida entre chalcas y tlacochcalcas fue ganada por los chalcas, así lo refiere Chimalpahin.
“…Año I-Pedernal,1324. Este año ocurrió la conquista y vencimiento de la Xochiyáotl [“Guerra de la Flor], hecha por los chalcas acxotecas y los tlacochcalcas. Fue hazaña emprendida por la sola voluntad de los jefes Chichicuepotzin Teohuateuchtli y Caltzin, Tlátquic…” [4]
Este mismo autor relata en la 3ª Relación todas las fases de las guerras floridas entre chalcas y mexicas, desde las iniciales en 1376, Año I-Pedernal, con duración de ocho años. “…Durante ocho años que duró la guerra florida soltaban a los chalcas que agarraban los nobles mexicas y lo mismo los nobles chalcas dejaban en libertad a los mexicas que agarraban. Solo algunos de los servidores morían…”[5]
Hasta su cruenta solución en una guerra formal que acabó con la conquista de Chalco en 1465, la guerra florida entre chalcas y mexicas habría durado entre 35 y 40 años.
“…Año 1-Caña,1415. También en este año Xochiyáotl o guerra florida quedó arruinada, pues se convirtió en guerra mortal y general, pues ahora los nobles apresados en ambas partes ya no eran puestos en libertad, sino sacrificados. La guerra de cortesías había durado según unos, 40 años, según otros, 35 años…”[6]
[1] Op.cit. p.173
[2] En la sociedad mexica eran la parte más pobre, los campesinos, el pueblo llano o como se decía por entonces: “las alas y la cola” de la sociedad altamente estratificada.
[3] Ibid, p. 175.
[4] Chimalpahin, Francisco de San Antón Muñón, Relaciones originales de Chalco Amaquemecan paleografía y traducción Silvia Rendón, Fondo de Cultura Económica, México 1965, p. 74.
[5] Op.cit. pp. 82-83
[6] Op.cit.p.189.