13 de marzo
a15b981e-fbb3-4a8e-82cf-d03ba6ee68ec

Jorge Martínez Cordero

    COCOTITLÁN, Méx.- En punto de las diez de la mañana de cada uno de noviembre, hombres agrupados en comparsas y  vestidos de mujer, empiezan a bailar en las calles para honrar a los fieles difuntos.

    En esta tradición que data desde hace más de 80 años, sin saber con certeza su origen, pobladores, originarios del pueblo como de otros municipios y hasta de la Ciudad de México, participan cada año en una de las tradiciones más arraigadas de Cocotitlán.

   Por calles empedradas de largas pendientes, iluminadas por decenas de fogatas que, de acuerdo a la creencia y tradición, alumbran el camino a los fieles difuntos, pasan bailando las marotas.

   Cuadrillas de hombres vestidos con prendas de mujer, simbolizan a los espíritus que visitan cada hogar, tradición heredada de padres y abuelos con el propósito antes descrito.

   La festividad comienza desde las diez de la mañana y concluye pasada la media noche, momento en que premia a la comparsa más aceptada y votada por el pueblo, cuyos integrantes reciben un estímulo económico.

    Las lumbradas simbolizan la luz guía para los espíritus que llegan el uno de noviembre a visitar a sus familiares.

Éstas son colocadas en cada puerta de los hogares.

   Ahí las comparsas de marotas bailan por breves instantes, y la familia anfitriona, además de pagar una pieza musical tocada por una banda de viento, emite su voto calificando su participación para determinar al ganador.

    Entre los participantes hay quienes llevan más de un cuarto de siglo bailando, confesando que desde los cuatro años iniciaron su participación en las marotas.

    “Soy originario de Cocotitlán, desde que tenía cinco años mi padre me inculcó la tradición de las marotas y comencé a participar, en la actualidad tengo 35 años y sigo involucrado, aunque vivo en la Ciudad de México, regreso a mi origen y es una tradición que inculco a mis hijos”, confesó José de Jesús Vázquez.

    Explicó que a las comparsas de niños se les llama las “marotitas panteoneras”.

   Apuntó que es todo un ritual disfrazarse de mujer, desde el maquillaje hasta las prendas más íntimas femeninas.