
Mario Alberto Serrano Avelar
Cronista municipal de Tepetlixpa
@MarioA_Serrano
En 1948 Emilio “El Indio” Fernández filmó partes importantes de su película Pueblerina en Cocotitlán. El argumento original era de él mismo pero se lo dio a Mauricio Magdaleno para que completara el guión.
Los zapatistas habían sido emboscados por 200 rurales en el pueblo de Quebrantadero, el último rincón del sureste de Morelos.
La refriega comenzó en medio de uno de esos aguaceros que en las tierras surianas se convierten rápidamente en diluvios.
El jefe logró escapar casi de milagro junto con uno de sus lugartenientes, Faustino Reyes, mejor conocido como “El Cuerno”.
A la luz de los relámpagos, los zapatistas se escabullían de las patrullas federales entre el lodazal de las barrancas y arañazos de los matorrales.
Un balazo se oía de vez en cuando.
El jefe, del que no sabemos su nombre, en cierto momento se derrumbó abrazándose a un tronco.
—Ya no puedo más compañero, prefiero que me agarren y me truenen, usted sálvese.
Pero “El Cuerno”, agarrándolo de la cintura, le daba ánimos mientras lo jalaba con fuerza.
—¡Levántese, mi jefe! Ya verá como pronto hallamos un jacal.
En efecto, poco después de seguir caminando, los zapatistas encontraron un jacalito en donde un grupo de indígenas estaban bailando alrededor de una fogata.
Esta historia sucede en la portentosa imaginación del escritor Mauricio Magdaleno (1906-1986).
Magdaleno escribió cuentos y novelas, pero también fue un guionista excepcional. María Candelaria, Río Escondido, Flor Silvestre, entre otras, fueron películas que él escribió logrando retratar situaciones de la vida real, el campo y, sobre todo, de la época de la Revolución en el marco de esa magia que es el cine.
El cuento que comento arriba se llama “El Teponaxtle” y Magdaleno lo escribió en 1954.
Su virtud está en que acaso sea el primer cuento de la revolución que usa elementos fantásticos, porque los zapatistas cuando llegan al jacal, toman una bebida que les regresa la vitalidad y son introducidos a un rito tan extraño como fascinante que aquí no se los voy a revelar.
Magdaleno tenía un excelente oído para registrar las formas de hablar de las personas y al paso de los años adquirió destreza para crear escenas que “se pueden ver”.
Este cuento del “Teponaxtle” se podría “ver” antes que leer.
Vemos al inicio a la tropa zapatista descansando, vemos los oficios de la Semana Santa, vemos a un indígena tocando un teponaxtle con un ritmo mágico, vemos cazahuates, el río Amacuzac, las milpas, el sudor frío…
Si “El Teponaxtle” hubiera sido película, a mí me gustaría, por cierto, que el jefe zapatista fuera Roberto Cañedo y “El Cuerno” Carlos López Moctezuma, los ídolos del cine de oro.
Pero Magdaleno también sabía ver los lugares y paisajes como locaciones.
En 1948 Emilio “El Indio” Fernández filmó partes importantes de su película Pueblerina en Cocotitlán.
El argumento original era de él mismo, pero se lo dio a Mauricio Magdaleno para que completara el guión adecuadamente.
Si no han visto la película, se las recomiendo. Hay suspenso, acción, encandilados diálogos a los volcanes… y justamente, las virtudes del escritor metido a guionista.
Magdaleno aprovechó su trabajo en el cine y sus propias virtudes para regalarnos cuentos y novelas que son verdaderas estampas.
Cuando el jefe zapatista y “El Cuerno” realizan el prodigio, dejamos de ver las tierras morelenses y de golpe ya estamos “en la raya del Distrito Federal”, a menos de media legua de Milpa Alta (poco más de 2 kilómetros).
El cuento, como se darán cuenta, está retomando el mismo paisaje que “El Indio” Fernández eligió para filmar Pueblerina.
Por eso habla de refilón que la tropa, nuevamente agrupada se dirigiría a Chalco… después de enterrar al fiel “Cuerno”.
El cuento, en lo desconocido que puede llegar a ser, es entonces una estampa muy bella de nuestra región y como digo, quizá un precursor de la fantasía ubicada en estas tierras de los volcanes.
Crónicas bajo el volcán
Cronista municipal de Tepetlixpa
@MarioA_Serrano
De película
En 1948 Emilio “El Indio” Fernández filmó partes importantes de su película Pueblerina en Cocotitlán. El argumento original era de él mismo pero se lo dio a Mauricio Magdaleno para que completara el guión.
Los zapatistas habían sido emboscados por 200 rurales en el pueblo de Quebrantadero, el último rincón del sureste de Morelos.
La refriega comenzó en medio de uno de esos aguaceros que en las tierras surianas se convierten rápidamente en diluvios.
El jefe logró escapar casi de milagro junto con uno de sus lugartenientes, Faustino Reyes, mejor conocido como “El Cuerno”.
A la luz de los relámpagos, los zapatistas se escabullían de las patrullas federales entre el lodazal de las barrancas y arañazos de los matorrales.
Un balazo se oía de vez en cuando.
El jefe, del que no sabemos su nombre, en cierto momento se derrumbó abrazándose a un tronco.
—Ya no puedo más compañero, prefiero que me agarren y me truenen, usted sálvese.
Pero “El Cuerno”, agarrándolo de la cintura, le daba ánimos mientras lo jalaba con fuerza.
—¡Levántese, mi jefe! Ya verá como pronto hallamos un jacal.
En efecto, poco después de seguir caminando, los zapatistas encontraron un jacalito en donde un grupo de indígenas estaban bailando alrededor de una fogata.
Esta historia sucede en la portentosa imaginación del escritor Mauricio Magdaleno (1906-1986).
Magdaleno escribió cuentos y novelas, pero también fue un guionista excepcional. María Candelaria, Río Escondido, Flor Silvestre, entre otras, fueron películas que él escribió logrando retratar situaciones de la vida real, el campo y, sobre todo, de la época de la Revolución en el marco de esa magia que es el cine.
El cuento que comento arriba se llama “El Teponaxtle” y Magdaleno lo escribió en 1954.
Su virtud está en que acaso sea el primer cuento de la revolución que usa elementos fantásticos, porque los zapatistas cuando llegan al jacal, toman una bebida que les regresa la vitalidad y son introducidos a un rito tan extraño como fascinante que aquí no se los voy a revelar.
Magdaleno tenía un excelente oído para registrar las formas de hablar de las personas y al paso de los años adquirió destreza para crear escenas que “se pueden ver”.
Este cuento del “Teponaxtle” se podría “ver” antes que leer.
Vemos al inicio a la tropa zapatista descansando, vemos los oficios de la Semana Santa, vemos a un indígena tocando un teponaxtle con un ritmo mágico, vemos cazahuates, el río Amacuzac, las milpas, el sudor frío…
Si “El Teponaxtle” hubiera sido película, a mí me gustaría, por cierto, que el jefe zapatista fuera Roberto Cañedo y “El Cuerno”,Carlos López Moctezuma, los ídolos del cine de oro.
Pero Magdaleno también sabía ver los lugares y paisajes como locaciones.
En 1948 Emilio “El Indio” Fernández filmó partes importantes de su película Pueblerina en Cocotitlán.
El argumento original era de él mismo, pero se lo dio a Mauricio Magdaleno para que completara el guión adecuadamente.
Si no han visto la película, se las recomiendo. Hay suspenso, acción, encandilados diálogos a los volcanes… y justamente, las virtudes del escritor metido a guionista.
Magdaleno aprovechó su trabajo en el cine y sus propias virtudes para regalarnos cuentos y novelas que son verdaderas estampas.
Cuando el jefe zapatista y “El Cuerno” realizan el prodigio, dejamos de ver las tierras morelenses y de golpe ya estamos “en la raya del Distrito Federal”, a menos de media legua de Milpa Alta (poco más de 2 kilómetros).
El cuento, como se darán cuenta, está retomando el mismo paisaje que “El Indio” Fernández eligió para filmar Pueblerina.
Por eso habla de refilón que la tropa, nuevamente agrupada se dirigiría a Chalco… después de enterrar al fiel “Cuerno”.
El cuento, en lo desconocido que puede llegar a ser, es entonces una estampa muy bella de nuestra región y como digo, quizá un precursor de la fantasía ubicada en estas tierras de los volcanes.