
Gilberto Hernández Guzmán
AMECAMECA Méx.- Alejandro apenas rebasaba los cinco años cuando empezó a acompañar a su padre, Ignacio Pérez López a vender helados que él mismo hacía.
Contó, en entrevista con AMAQUEME, que varios días de la semana salía a las calles de Amecameca cargando sus botes de nieves en una carretilla de madera.
Dijo que entre otros lugares, aprovechaban el paso del tren para ofrecerles sus helados.
Alejandro Pérez Ruiz, hoy de 65 años, recordó que la mayoría de las calles de esta cabecera, en la década de los 60° aún eran de terracería y todavía pasaba el tren de vapor sobre lo que hoy es Cuauhtémoc.
“Llevo vendiendo helados prácticamente toda mi vida, porque yo acompañaba a mi papá y mi papá acompañaba a mi abuelito Juan Pérez, soy la tercer generación de heladeros de mi familia”, presumió al reportero.
Añadió que su familia inició en el comercio de los helados tocando puertas, y ahora en la actualidad, quienes se dedican al mismo giro lo hacen ofreciendo a gritos su mercancía para conseguir clientes.
“Mi familia anteriormente se dedicaba al campo, pero gracias a mi abuelita se comenzó a elaborar helados y anteriormente para venderlos, se tocaba en las puertas de las casa y ya salía la gente, hasta que un día se animó a gritar -Helados- y poco a poco se fue haciendo más conocido el grito heladero por las calles”, relató.
Reveló que cuando empezó a vender, por Amecameca todavía pasaba el tren que venía de Cuautla y la estación estaba frente a la preparatoria UAEM.
“Cuando aún pasaba el tren de vapor, uno negro, acompañaba a mi papá a vender helados a las personas que andaban sobre la vía, esa es una de las cosas que recuerdo, ahora ya todo es diferente, ya todo está pavimentado”, externó Alejandro.
Dijo que sus helados de diferentes sabores, que él mismo prepara, cuestan de siete a los 24 pesos, dependiendo el tamaño.
Informó que su rutina diaria inicia a las ocho de la mañana, cuando empieza a prepararlos, y alrededor del mediodía, sale a recorrer las calles para venderlos, asegurando que el producto que ofrece es fresco y del día.
Comentó que dos de sus hermanas también venden helados en el centro de esta localidad.
Refirió que conoce a clientes que les vendía sus nieves desde que eran niños, y ahora ya son papas y hasta abuelos y continúan prefiriéndolas.