13 de marzo
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Las pataventuras de una rescatista

Nashrú López Rascón

Hace unos días fue encontrado alrededor de una centena de perros en un depósito de aguas tóxicas del basurero de Amecameca.

Lo más probable es que esos animalitos andaban sedientos buscando agua y tuvieron la desgracia de caer en ese lago artificial de lixiviados; no quiero ni pensar en la muerte que tuvieron ¡es muy duro!

¿Qué pasó? ¿Por qué fue posible que se acercaran a tan peligroso lugar? Lo primero que me viene a la mente es la cruda realidad de la inmensa cantidad de perros que viven en los basureros, ¿cuántos de ellos llegaron de otro lado? ¿Cuántos fueron abandonados allí? ¿Cuántos más ahí mismo nacieron? Es un tema relevante.

Recuerdo con claridad que en el trienio de la gestión 2001-2003 con Federico del Valle a la cabeza se logró convertir el basurero a cielo abierto de Amecameca en un relleno sanitario en forma, así como la gestión de 10 o 20 camiones recolectores (no recuerdo con precisión el número) que fueron donados por el gobierno de la Ciudad de México y rehabilitados por el propio ayuntamiento.

Han pasado casi 20 años y realmente no sabemos qué manejo se le ha dado desde entonces al relleno, pues, como toda infraestructura, requiere mantenimiento.

Recuerdo también, que en esos años la población de Amecameca adquirió el buen hábito de separar su basura, el camión tenía un apartado para residuos orgánicos y en las banquetas podíamos ver, esperando por su recolección, las distintas bolsas y botes con los deshechos separados, al menos entre lo orgánico y lo inorgánico.

Todo el deshecho orgánico se iba a compostear en una sección del panteón de El Castillo y se producía lombricomposta para generar una entrada adicional al arca municipal.

Una buena política pública genera buenas prácticas entre la población, pero el abandono de la misma va desvaneciendo paulatinamente esa costumbre.

Así lo pude atestiguar en los años subsiguientes, en que el servicio de recolección de basura se volvió cada vez más ineficiente, acompañado también de prácticas cada vez menos responsables de las y los ciudadanos en cuanto al manejo de sus deshechos.

 Por supuesto, el composteo del panteón desapareció y el ingreso también.

En la pasada administración ya fue el desastre completo, el camión de la basura pasaba algún día de alguna semana, y mientras tanto, los y las vecinas dejaban sus tambos y bolsas de basura revuelta en la esquina, donde horas después se veían botes volteados y, sobre todo, las bolsas desfondadas, con el consiguiente reguero de cáscaras, pañales floreados, envases y envolturas de todo tipo en calles y banquetas, una vista muy poco alentadora.

¿Y por qué las bolsas rasgadas? Simple, perritos hambrientos o curiosos de todos los tamaños se encargan siempre de inspeccionar.

A lo que voy con toda esta disertación es: si en la vía pública, a la vista de todo el mundo estaba así el servicio de limpia, ¿cómo estaría en el basurero, donde el acceso es completamente restringido?

La brutal imagen de las decenas de perros ahogados en esa laguna verde nos permite darnos una idea.

Y, por cierto, a todxs aquellxs que hayan colaborado en esta tragedia abandonando a sus canes en las inmediaciones del basurero, no les quepa la menor duda, esas criaturas acabaron ahí, y espero que las pesadillas no lxs dejen dormir los próximos 20 años ¡como mínimo!

A ver si ya vamos entendiendo que los animales no son deshecho, sino seres vivientes, sintientes y con distintos grados de conciencia, a veces mayor que una buena parte de la humanidad.

Estaremos pendientes de las políticas públicas que implemente esta nueva administración en torno al manejo del depósito de basura -esperando que rehabiliten el relleno sanitario con las debidas medidas de seguridad- y, por supuesto, también frente a la creciente problemática de perros y gatos en situación de calle, tanto en cabecera y delegaciones, como en el basurero, donde se calcula que hay viviendo en estos momentos unos 250 perros, a pesar de que hace tres años la Organización Somos su Voz se dio a la tarea de esterilizar a 13 perritas que habitaban ahí en ese momento.

 Los esfuerzos de la sociedad civil son enormes y constantes, pero tienen un alcance limitado si no son respaldados por una política pública eficiente desde las instituciones, que están obligadas a apoyar, mejorar y amplificar las buenas iniciativas ciudadanas.

Todo comienzo es una nueva oportunidad para hacer bien las cosas, ojalá sea el caso de la presente administración municipal, pues ambos temas -basura y sobrepoblación de perros y gatos- son una bomba de tiempo en un área tan sensible como es la salud pública.

Y la mejor manera de empezar es consultando con quienes ya tienen experiencia probada en lo que funciona y lo que no; en el caso de los animales, las organizaciones animalistas tienen mucho que aportar.

No es tiempo de oídos sordos “ni de dar el avión”, la ciudadanía ya ha tenido mucho de eso, la paciencia no es eterna.

Por cierto, no faltará el ingenuo o ingenua que diga: “pues un centro de exterminio”, ahí los meten a todos y que les den “una muerte digna”.

Hace más de 40 años existen los llamados “albergues” o “centros de control canino” (una manera simulada de nombrar lo que verdaderamente son), pues para quien no lo sepa, han demostrado su rotunda ineficiencia en la resolución del problema, sin contar con que la muerte digna no se mira por ningún lado.

Es una estrategia que no funciona por la simple razón de que exime de la responsabilidad en el cuidado, manutención y esterilización a las y los dueños de mascotas y a la red de comercio de animales de compañía, tanto tiendas como criaderos.

Así que, sin importar cuántos animales se retiren de las calles y sean asesinados en estos rastros, la proliferación de abandonados siempre será del doble, triple, cuádruple, quíntuple… según zona y circunstancia.

¿Queremos soluciones? Empecemos a pensar en licencia para adopción, criaderos y tiendas de animales, en comercio de mascotas esterilizadas (idealmente acabar con la crianza y comercio, pero se entiende que no se puede todo de un jalón).

Educación, educación y más educación: campañas de esterilización acompañadas siempre de talleres infantiles, pláticas para adultos, exhibición de material documental o de ficción para reforzar el mensaje.

Difusión permanente por todos los medios disponibles con contenidos educativos para crear conciencia sobre la problemática y los caminos hacia la solución…

Hay muchas estrategias posibles, si ustedes, amables lectores, tienen propuestas, no duden en comunicarse al correo [email protected], con gusto las leemos, publicamos y comentamos.

 Sí se puede imaginar un mundo sin perros sufriendo en las calles y basureros, hasta ahora, tristemente, sólo Holanda ha sido declarada oficialmente como el primer país sin perros ni gatos en situación de calle.

Hay otros muchos países: Noruega, Suecia, Finlandia, Dinamarca, Islandia, entre otros, que tienen el problema casi resuelto.

En América Latina, por el contrario, estamos metidos en un problemón, que tiene que ver con la pobreza, sí, pero sobre todo con la falta de educación.

Por desgracia, a veces la pobreza nos impide acceder a educación de calidad, pero no en todos los casos, una no es condición necesaria de la otra; nuevamente, ahí entran las políticas públicas bien diseñadas y con largo alcance, que, dicho sea de paso, son la base para salir de la pobreza también.

Un pueblo educado es un pueblo con recursos, Finlandia, con su política educativa sostenida durante más de 50 años ya nos lo demuestra: sin importar el color del partido en cada gobierno, la estrategia educativa ha sido básicamente la misma desde 1968: prioritaria, gratuita, bien planeada, bien ejecutada y con los recursos necesarios.

Hoy Finlandia es un país que salió del subdesarrollo, y se coloca como una nación plena, con el mayor índice de desarrollo humano a nivel mundial, quizás por eso resultaron ser por 5º año consecutivo el pueblo más feliz del mundo, según el “World Happiness Report, estudio auspiciado por la ONU desde hace 10 años.

 Ahí no se miran escenas dantescas como esa alberca verde repleta de cadáveres en descomposición.

En fin, hoy me fui hasta Finlandia, quizás para escapar un poco de la realidad tan “perra” que estamos viviendo en México.

Seguiremos con estos temas en otras entregas.

Por ahora les dejo estas reflexiones.

Hasta entonces -y siempre- no dejen de ver por cualquier animalito en problemas, es bueno para ellos y aún mejor para nuestro espíritu: Salvarlos puede salvarnos a nosotrxs mismxs.