12 de marzo
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Joel Avelar de León

   SAN JUAN TEHUIXTITLÁN, Méx.- Alan William Ramos Enríquez dejó la escuela el año pasado porque ya no le gustaba estudiar, prefiere recorrer las calles buena parte del día para vender cacahuates, chicles, palomitas y papas.

   El reportero de AMAQUEME lo descubrió la semana pasada en la cabecera de Atlautla vendiendo sus productos durante un mitin del candidato del PRD a la presidencia municipal, Raúl Navarro Rivera.

   Los ofrece antes de que el abanderado empiece a hablar y cuando termina.

   Respetuoso, mientras da a conocer sus propuestas de campaña a los asistentes, Alan busca un lugar para sentarse y escuchar el mensaje.

   Tiene siete años, es de San Mateo Tecalco sufre de conjuntivitis y problemas de la piel, por ello se rasca frecuentemente brazos, cara y piernas.

   La tarde del jueves cinco de mayo volvió encontrarlo en esta comunidad haciendo lo mismo.

   Receloso y reacio a la entrevista, comentó que se entera de los mítines de campaña de Raúl porque lo tiene como contacto en Facebook y él le informa los lugares y horas donde va estar.

     Confesó que gracias ello, le está yendo muy bien, pues regularmente acaba sus productos, gracias a que personas allegadas al candidato perredista invitan a los asistentes a comprarle sus cacahuates.

      Aseguró que no va a regresar a la escuela porque no  le llama la atención, pese a las insistencias, principalmente de su madre, checadora de una ruta que va de Ozumba Chalco, donde también su padre trabaja, por ello él permanece solo la mayor parte del día.

   No fue la excepción la tarde del jueves en la reunión que Raúl presidió con vecinos de las calles de Miguel Hidalgo y La Palma, del barrio Xisco.

   Cuando el exalcalde terminó su mensaje, Allan, que lo escuchaba atento sentado a un costado de él, se le acercó.

   Cuando lo vio, Navarro Rivera le dio un billete de 500 pesos doblado en cuatro partes, que el niño tomó presuroso y lo metió de inmediato a la bolsa delantera de su desgastado pantalón de mezclilla.

   El reportero y amas de casa presentes, atestiguaron la escena.

   Segundos después., una robusta joven que forma parte del equipo de animadoras del abanderado, invitó a gritos a todos los presentes a comprarle cacahuates a Allan.

   A distancia, quien esto escribe siguió los movimientos del menor y en menos de 15 minutos, vendió casi toda su mercancía que carga en una caja de zapatos.

   “Dos por 15 pesos”, respondía con voz poco audible cuando sus clientes le preguntaban el precio de sus cacahuates japoneses,

   Cuando terminó, se sentó frente a la imagen religiosa del Sagrado Corazón de Jesús, sacó un monedero azul y metió el billete de 500 y otras monedas.

   El reportero se distrajo unos minutos y cuando volteó hacia donde estaba sentado, ya no estaba.