12 de marzo
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@MarioA_Serrano

Cronista municipal de Tepetlixpa

Para mis alumnos, que se han dejado contagiar de la Historia

Otros ocuparon las carteras, el Consejo Directivo como dicen sus bellas hojas membretadas. Porque desde entonces en este lugar se muele café, harina, se hacen refrescos, panes, se vende gasolina, hay cajones de ropa y mueblerías.

Cómo puedes darte cuenta el lugar está bien equipado: escritorios, una cajonera, un amplio archivero metálico y un librero macizo para ir colocando todo lo que la oficina necesita.

Por ejemplo las Leyes Mercantiles, los decretos del gobierno estatal, los expedientes de los socios, pero también algunas muestras comerciales, resmas de papel y las botellas de tinta para el mimeógrafo.

Puedes asomarte en horario corrido de nueve a cuatro, pero sería mejor que sea en la mañana, cuando el frío entra recio desde la plaza.

Te miran las obras públicas recientes, el inicio del drenaje, los cartelones del restaurante y la venta de gasolina.

 Todo tiene un aire de modernidad y progreso que pareciera no caber junto a la serranía, los riachuelos y cañitos.

Entonces, al franquear la puerta, envuelto en el aire fresco de esta pequeña ciudad pujante, verás a la secretaria con su vestido sencillo pero acorde a la formalidad de este lugar; junto a ella estará su asistente, un jovencito apenas que está aprendiendo a teclear la máquina Smith Corona y que de seguir diligente un día podrá tener el cargo de mecanógrafo, y por qué no, quizá seguir creciendo en el mundo de los negocios.

            Puedes asomarte por encima del suéter del asistente, por encima de los tinteros y sus plumillas y ver el cartel que el diputado Gonzalo Peralta dejó a principios de abril para solicitar, cómo no, que se apoye en el urgente pago de la deuda petrolera que no es de la región sino de todo el país.

            Puedes asomarte después de hacer tus diligencias en el palacio municipal, a luego de ir al mercado, de echarte una copa en la cantina.

La oficina está pegadita al arco, tiene dos años establecida ahí por las leyes que se hacen rapidísimo en México, pero también porque dio oportunidad de que se formara un grupo; ¿no es lo que quiere el presidente, que se agrupe la nación? Pues venga, que también hace falta.

Y si observas con atención te darás cuenta que alguna o mucha importancia tiene tu pueblo, porque estas oficinas “confederadas” como dicen los bonitos papeles membretados en donde hacen sus oficios, son nacionales, y en el estado sólo existen cuatro.

Una de esas justo aquí, al lado del arco, en la calle que si no mal recuerdas, tu papá te decía que se llamaba “Del Arquito”.

            Puedes asomarte y en una de esas ver a los socios. Leocadio y Martin Galicia estarán desde que se fundó la cámara (ese es su nombre correcto, no oficina) y en los más de diez años se irán agregando otros personajes que sólo el tiempo dirá si serán identificados cuando vean sus nombres escritos.

 Tesorero fue, por ejemplo Sancho Arango; Juan A. Guaida fue vocal… pero ellos ya son de los últimos años de la cámara.

Al inicio como digo, los Galicia y Telésforo Fernández, Justo Soberón, Francisco Reyes, Juan Orcillez, Cipriano Santos y otros ocuparon las carteras, el consejo directivo como dicen sus bellas hojas membretadas.

 Porque desde entonces en este lugar se muele café, harina, se hacen refrescos, panes, se vende gasolina, hay cajones de ropa y mueblerías.

Pero, ¿cuál es su trabajo?, el asistente te responde mientras lleva oficios de un lado a otro que de acuerdo a las ideas del presidente de la república, hay que agrupar a las personas de este país, hay que hacer que formen grupos y colectividades, gremios, mutuales y sindicatos.

 ¿Pero un sindicato de comerciantes e industriales?, podrás replicar.

No, te dirá la secretaria, eso no es posible, ésta cámara lo que busca es que se pueda recaudar mejor las cuotas por ejercer el comercio.

¡Ahhh! entiendo.

Y también vigilar que se cumplan las leyes mercantiles. Correcto.

 Y que se regule el comercio, sobre todo la venta de alcohol que es tan problemática. ¡Por supuesto!

 ¿Ya me comprende usted? Sí, sí, le dirás a la secretaria, que regresa a su escritorio para seguir haciendo oficios, recabar los informes del cobrador del distrito y comenzar, junto al asistente, a mover el mimeógrafo. ¿Y eso, qué es?, les preguntas ya entrado en confianza.

La secretaria se mueve tan liviana que parece va a desprenderse del embaldosado de la oficina, pero lo que hace es tan terreno que el contraste fascina.

Mete una hoja al aparato, le da vuelta a la manivela y voltea nuevamente la hoja con un ritmo preciso, hasta dirías elegante.

Es el boletín de la cámara, dice el asistente y sólo asientes sin perder el ritmo de las hojas que salen impresas de esa rudimentaria máquina de copiado.

Las hojas huelen a alcohol y al empaque de papel estraza que contiene las resmas.

Ya en confianza, total, tomas un boletín y hojeas sus cuatro hojitas: efectivamente hay notas sobre los decretos del gobernador, tablas de precios, listas oficiales y por ahí en sus dos columnas, salpicadas como sin querer alguna noticia de los socios activos, los balances, las corresponsalías en los municipios del distrito y algún edicto judicial.

No es un periódico, pero podría pasar por el abuelo de todos los que irán apareciendo en la región en los siguientes 50 años, porque sin que la secretaria o los socios lo sepan, están informando el acontecer de estos pueblos, al menos en la parte mercantil.

Sales de la oficina pensando que por hoy has visto suficiente, aunque de hecho sigas sin entender muy bien las razones de la industria y el comercio en este lugar: porque son obvias, a este ritmo, en un siglo esto será como una ciudad en forma.

Cierras los ojos mientras el sol comienza a entibiar la mañana; hace tres años murió el poeta Fernando Pessoa en la ciudad de Lisboa y recuerdas que justamente trabajó en una oficina comercial traduciendo y escribiendo correspondencia mercantil, facturas, el ejército de palabras que procuran el dinero.

Vuelves tus pasos por donde viniste.

 Mientras pierdes la mirada en el gallito del anuncio de la gasolina (pronto será cambiado por el águila nacional de una empresa que el gobierno está haciendo para ocupar esos negocios) te dices en silencio que ojalá alguien recoja tus recuerdos: hoy, junio de 1938 en Amecameca de Juárez.