
Alma Abilene figueroa López
SAN JUAN TEHUIXTITLÁN, Méx.- Esther Castro Sánchez aprendió a hacer cocoles a la edad de 15 años y aun hornea utilizando la leña, lo que le da un sabor especial a su pan.
Entrevistada por AMAQUEME en su casa, reveló que dejó de hacerlo durante mucho tiempo y hace 35 años retomó la actividad al lado de su esposo.
Mencionó que aprendió a elaborar los cocoles con sus padres, ayudándoles a limpiarlos cuando salían del horno.
“Cuando los sacaban del horno se enfriaban y yo los iba limpiando uno por uno para que mi mamá lo acomodara”, comentó.
Confío que se casó muy jovencita, a la edad de 17 años y dejó de trabajar y ayudarle a sus padres, retomando su oficio cuando tenía 40 años, para ayudar en la economía de su casa, pues los gastos eran altos.
“Yo tuve nueve de familia, pero me viven ocho y para ayudarle a mi esposo con los gastos”, explicó.
Reveló que su horno tiene cerca de 30 años, lo construyó su esposo a base de esfuerzos y sacrificios, pues cuando empezó a hacer cocoles pedía prestado el horno en casas ajenas.
“Yo nada más andaba en las casa donde tenían horno y me iba a hacerlos, a veces hasta de noche y a mis niños los descuidaba, ya después mi esposo me hizo mi hornito”, recordó Esther.
Detalló que para elaborar su pan utiliza harina, azúcar, piloncillo y levadura, ingredientes que anteriormente batía en una artesa y ahora en una máquina que les otorgó el gobierno.
“El horno de gas saca el cocol más blanco y en ocasiones sin sabor, a mí no me gusta usar el gas”, afirmó la entrevistada.
Dijo que dependiendo la cantidad de cocoles que haga y de quienes le ayuden (hijas o nietas) será el tiempo que tardará en hacer su mercancía la cual es horneada por su esposo.
El tiempo de horneado dependerá de qué tan caliente esté el horno, lo cual puede variar de cinco a diez minutos.
Asimismo, Esther mencionó que anteriormente se utilizaba la “jarilla” para envolver el pan y estuviera suave, pero ya no es utilizada, pues muchas personas creen que es antihigiénico.
“La gente ya no la quiso, si veían al pan envuelto en ella ya no lo compraban, pero con esa hierba agarra más sabor el pan”, aseguró.
La reportera de AMAQUEME estuvo presente para observar el proceso de elaboración de los cocoles.
Acompañada de su esposo, su hija y una nieta, Esther, explicó cada detalle, y más tarde, su esposo, Rosalio Guzmán Ibarra enseñó el proceso del horneado, haciendo primero una prueba para verificar la temperatura, pues si es muy alta, el pan sale quemado.
De manera ascendente va aumentando el número de cocoles que entran al horno, inicia con tres para calarlo y de acuerdo a su temperatura va calculando el número que debe meter.
Aunque en esta comunidad perteneciente al municipio de Atlautla buen número de pobladores elaboran cocoles, cada uno lo hace de manera especial, ejemplo de ello son doña Esther y don Rosalío de 75 y 80 años, respectivamente, pues son de los pocos que lo hacen en un horno de leña.