
Gilberto Hernández Guzmán
SAN PEDRO NEXAPA Méx.- Las dos o tres veces a la semana que Malena Amaro y su familia suben al monte a recolectar hongos, caminan un promedio de 30 kilómetros entre el espeso bosque para juntar, al término de su agotadora jornada no más de cinco kilos por persona.
Su familia es una de las que más tiempo lleva dedicada a la recolección y venta de hongos en esta comunidad pegada a los volcanes, Iztaccíhuatl y Popocatepetl, tradición que va de generación en generación.
Su familia es una de las que más tiempo lleva dedicada a la recolección y venta de hongos en esta comunidad pegada a los volcanes, Iztaccíhuatl y Popocatepetl, tradición que va de generación en generación.
El lunes ocho de agosto, el reportero de AMAQUEME acompaño a Malena y a su grupo conformado por ocho personas a juntar esta planta silvestre que crece entre los árboles y matorrales.
La larga jornada inició antes de las nueve de la mañana y culminó después de las 17 horas, entre la lluvia, calor y cansancio, caminando alrededor de 15 kilómetros para llegar a las faldas del Popocatépetl.
La recolección no fue fácil, pues debido a las escasas lluvias, en esta temporada fue menor la cantidad de hongo y el trabajo de búsqueda se intensificó por más horas de lo previsto originalmente.
Malena confió que comenzó a los cinco años a acompañar a su abuelita para ayudarle en esa pesada tarea, lo que sigue haciendo ahora con su esposo e hijas para continuar esta tradición familiar.
“En aquel entonces había mucho hongo, sólo íbamos a recolectarlos las orillas de San Pedro, pero ahora tenemos que caminar varios kilómetros para encontrarlos”, afirmó..
Explicó que existe una gran variedad de hongos comestibles, pero los más comerciales son los joletes, las escobetas, el mazayel, la yema o el ahuevado, entre otros, no dejando atrás los “venenosos”, que tanto ella como su familia ya los tienen bien identificados para evitar cortarlos.
“Se pueden hacer infinidad de platillos, por ejemplo, con la yemita, puedo hacer pollo a la naranja, crema y pancita, otros se pueden hacer en salsa verde o solos, las escobetas se pueden preparar en caldo o con huevo y tienen sabor a pollo, todos los hongos se pueden preparar de muchas formas” confió.
Dijo que en la actualidad tienen que caminar un promedio de 15 kilómetros a partir de Paso de Cortés para llegar a los parajes donde pueden encontrar los hongos, que regularmente nacen en cerros alejados.
Es importante mencionar que así como la familia Amaro, decenas de familias de esta localidad y pueblos aledaños acuden al monte con ese mismo propósito, por lo que la competencia para encontrarlos es más complicada cada año.
Sin importar las condiciones climatológicas, la familia Amaron caminó, buscó y encontró los hongos, y aunque no fue lo que esperaban, no se bajaron con las manos vacías.
En su largo trayecto, tanto de ida como de vuelta, tuvieron que soportar el frío de la mañana, el calor del medio día, la intermitente lluvia, el cansancio y el hambre, sin quejarse, animadas, en algunas ocasiones por sus pláticas, que les hicieron menos pesada su extenuante jornada.
En la actualidad Fátima Paola de 20 años, estudiante de bioquímica, es una de las integrantes más jóvenes de esta familia y acompaña a sus papás para continuar con este oficio tradicional.
Comentó que a pesar de que aún no conoce en su totalidad toda la variedad de hongos, sube con gusto al monte para recolectarlos.
Sin embargo, la tala de árboles y disminución de las lluvias han reducido la proliferación de esta especie, la cual da empleo y sustento a decenas de familias de San Pedro Nexapa.
Es importante destacar que en esta frecuente tarea, quienes lo hacen corren varios peligros como la picadura o mordedura de víboras y otros animales venenosos, cambios climatológicos y el cansancio de la caminata de decenas de kilómetros.
Pese a todo lo anterior, Malena aseguró que no pueden incrementar el costo de los hongos porque los clientes no los pagan o no los compran.
De suceder lo contrario, el costo real de un kilo de hongo seria tres o más veces mayor al que se vende actualmente en mercados.
No obstante, por la competencia existente y bajas ventas se ven obligados a reducir el precio, dejando a un lado el riesgo que corren al recolectarlo.