Joel Avelar de León
AMECAMECA, Méx.- Tomás Muñoz Camposo vive solo desde que enviudó hace más de diez años. Se sostiene de lo que junta de limosnas en la calle, pues aunque tiene cinco hijos, un hombre y cuatro mujeres, afirma que ninguno lo ve ni le ayuda.
Tres o cuatro veces a la semana viaja de Tepetlixpa a esta cabecera en busca de unas monedas y si el día es bueno, dice que junta hasta 200 pesos.
Por su edad, 90 años y problemas en ambas piernas, dice que batalla para trasladarse, pero la necesidad lo empuja a hacerlo.
El reportero de AMAQUEME lo conoce de hace varios años. No tiene un lugar fijo para sentarse, aunque por sus dificultades para caminar lo hace regularmente donde lo deja la combi que lo trae de Tepelixpa y ahí mismo la aborda de nuevo para regresarse.
Regularmente permanece cuatro horas pidiendo limosna sentado en la acera, llega alrededor de las ocho de la mañana y se retira después del mediodía.
Siempre anda bien abrigado porque sus reumas lo obligan y para protegerse del frío usa doble pantalón, suéter, chamarra, bufanda, un gorro para cubrirse la cabeza y encima, su infaltable sombrero.
Las piernas las cubre con una frazada de lana.
En el 2018, don Tomás, quien de joven fue campesino, escribió un letrero que se pegó en su pecho, informando que buscaba esposa para que lo cuidara, a cambio de ello prometía regalarle un terreno y mantenerla.
Su recurso no le resultó, porque dice que cuando sus hijos se dieron cuenta, lo regañaron, pero aun así, no hicieron nada para ayudarlo.
“La vida es cabrona, más viviendo solo, pero ellos ni preguntan por mí ni me visitan, son unos hijos de la chingada”, afirma.
Confía que sufre de gastritis y diario tiene que tomar pastillas para evitar el reflujo.
Para trasladarse hasta Amecameca, comenta que tiene que tomar dos transportes, un taxi que lo baja a la carretera de Tepetlixpa, y otro que lo trae hasta en esta comunidad.
Don Tomás refiere que él mismo se prepara su comida diaria y de lo que junta de limosnas, lo utiliza para alimentarse.
