
**Fue la cantina más emblemática de la comunidad donde se filmaron tres cintas del cine nacional
Alma Abilene Figueroa López
SAN JUAN TEHUIXTITLAN, Méx.- Erick del Castillo y Noé Murayama filmaron una película en la cantina “El Tenampa”, la más emblemática de esta comunidad. Su dueño actuó en otra de las tres que se grabaron en su negocio.
El establecimiento fue único en su tipo porque abundaban las pulquerías.
Empezó a funcionar a principios de los años 70s y su dueño Enrique Sánchez Ibarra le puso ese nombre por un salón de Garibaldi, que se llamaba igual.
En 2005, después de más de 40 años el establecimiento fue cerrado al público.
Don Enrique ya fallecido fue parte del elenco que actuó en la cinta “La carreta de la muerte”, filmada en 1996, donde interpretó el papel de cantinero de su propio establecimiento.
Entrevistada por AMAQUEME, su viuda Clementina Pérez Hernández, de 84 años, contó que “El tenampa” comenzó como tienda de abarrotes.
“Como él tenía un permiso para la venta de alcohol que otros establecimientos no tenían, decidió hacerla cantina, creyendo que pues iba a progresar un poquito más”, relató.
Resaltó que anteriormente, las tiendas de abarrotes no contaban con permiso para la venta de alcohol, pero cuando el gobierno los otorgó a dueños de tiendas, el negocio de la cantina se fue abajo.
“Antes no se permitía que en la tienda te vendieran alcohol, te lo tomabas afuera, cuando se dieron los permisos los clientes preferían comprar su botella y tomarla en la calle, y ya no venían a la cantina”, recordó.
Doña Clementina dijo que en “El tenampa” se filmaron tres películas: “Los tres bastardos”, “La carreta de la muerte”, protagonizada por Erik del Castillo y Noé Murayama y una tercera cuyo nombre no recordó.
“Mi esposo la atendía, yo no le ayudaba en nada, nunca me metí”, comentó.
Refirió que actualmente el espacio que ocupaba “El tenampa” es utilizado para venta de tortillas y hace algunos meses funcionó como verdulería.
“Una señora nos pidió de favor que le prestáramos para que hiciera tortillas, ya nosotros no lo utilizamos ni con cantina ni tienda”, explicó.
La octogenaria externó que cuando ella se casó con don Enrique el local que ocupó la cantina ya había sido construido y fue hasta dos o tres años después que se convirtió en ese giro, y ella acompañó a su esposo a realizar trámites.
“Yo estaba muy chiquilla cuando venía a comprar acá, tendría unos siete u ocho años, la tienda era atendida por mis suegros Juan Sánchez Ortega y Julia Ibarra”, mencionó.
Explicó que en la cantina no vendían pulque, sino puro alcohol en cubas, al morir don Enrique se acabó todo.
“Mi esposo tiene como 13 años que falleció, pero ya no la atendía, tres años antes que muriera mi hijo se hizo cargo de ella, sin embargo al morir su padre, la cerró porque ya no daba para pagar los permisos de cantina que eran muy caros”, finalizó.