12 de marzo
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Mario Alberto Serrano Avelar

Cronista Municipal de Tepetlixpa

Facebook/Tepetlixpa:EnlaCaradelCerro

Lo que nos sigue demostrando este encuentro es que la cultura es parte de la propia sociedad; tal cual los murales ahora son de Tepe porque van tomando su propia esencia frente a los de los pueblos vecinos, van agarrando un saborcito propio.

-Estaremos por la Francisco Sarabia- , me dice Alejandra rápidamente.

Trae un sombrero tipo Fedora que en los últimos años se ha popularizado hasta el delirio, pero el hecho de que sea de paja lo distingue desde lejos.

 Igual que sus compañeras y amigos, anda en mil detalles de organización y Tepetlixpa se ve inabarcable.

“Porque esta calle puede ser como el eje, pero en realidad, andaremos en todos los barrios”.

            Usando casi las mismas palabras, Alfredo dice, un poco antes que Alejandra, unas calles antes de que pueda hablar con ella, que andarán en los barrios propios y cercanos, en los últimos y quiero pensar, en los imaginarios. “Incluso allá por San Isidro; por la Oaxaca”, dice contento mientras trajina en una camioneta gris todo tipo de materiales que se están usando en este evento; lo mismo botes de pintura que escaleras, y más tarde, cuando lo vuelvo a encontrar cerca del mercado municipal, una generosa cacerola del famoso “taquito” que se ofrece a los participantes.

Mucho trabajo ciertamente el de llevar todos los artefactos y soluciones, todas las peticiones de último momento, el ánimo y el vasito refrescante o salvador, en este pueblo donde siempre, invariablemente subes o bajas una calle bastante empinada.

            Es la tercera edición del encuentro de muralismo convocado por el Colectivo Ruta del Tabarán y el trabajo de arte urbano llegó literalmente a todos los rincones de Tepetlixpa.

Bardas cuya simple preparación fue un reto logístico y operativo, trabajos aparentemente menores porque se realizaron en los postes de luz, y trabajos monumentales que parecían doblar al mismo espacio.

De todo, en casi todo lugar un peldaño más arriba que en las anteriores ediciones.

Pero si algo dejó este evento realizado el 19 y 20 de noviembre pasados, no sólo fueron muros intervenidos y colores.

Estoy seguro que tanto Ulises, Guillermo, Tania, Alfredo como Alejandra y otros organizadores saben de sobra que su enorme esfuerzo no está enriqueciendo únicamente el paisaje visual de Tepetlixpa sino removiendo una capa de la misma sociedad que, por otro lado, quizá sólo en este tiempo es posible que responda.

En otros momentos de esta columna me he referido a la vigencia del muralismo y no voy a venir a repetir lo ya dicho, pero el asunto es que llegará el momento absolutamente normal en que los temas se desgasten a sí mismos, y en el inter, también es obvio que cada nueva edición nos mostrará novedosos procedimientos y técnicas más realistas o innovadoras.

 Luego, quizá un día todo decaerá porque no puede sostenerse infinitamente un recurso plástico.

 Por eso la importancia que detecto no va con que hayan mejores obras o más participación local, sino en la respuesta de la comunidad.

Por ello recorrí algunas calles, pendiente de esa capa de la sociedad que acabo de aludir arriba.

El momento en que cada grupo de artistas hacía lo propio bajo un sol intenso y típico de noviembre me pareció como una antesala de la fiesta de enero por su entrega, por la curiosidad que generaba y por los aspectos comunitarios que desataron, dos jornadas al hilo de arte y cultura.

De las varias imágenes que observé me quedo dos.

En la contra esquina de la cancha de basquetbol una mujer se esmeraba en darle fondo a su trabajo en un poste de luz.

Era una capa rosa sobre fondo negro que aún no tenía forma pero que ocupaba su tiempo y paciencia con una exactitud y delicadeza que se tienen para las cosas importantes.

No era el tema de la intervención como el gusto por estar ahí lo que me atrapó; el afán por transformar, así sea mínimamente, un espacio de su pueblo para darle otra expresión, para que pueda reflejar mejores cosas; y que para ello invirtiera su tiempo y gusto.

 Eso es algo que no puede pasar desapercibido.

La otra imagen fue la de un trabajo sobre la avenida Miguel Hidalgo que además de su novedad (es “mosaiquismo”, una técnica inspirada en el mosaico veneciano que está comenzando a practicarse de a poco en esta región) tiene el importante contexto de que sus artistas, agrupados en el Colectivo Atenea, promueven que las mujeres aprendan oficios hasta ayer considerados “propios de hombres” como la albañilería, plomería o electricidad, lo que nos hace avanzar muchísimo en los siempre pendientes temas de la equidad de género.

 Los invito a navegar en la página https://www.facebook.com/colectiva.tabaran donde podrán encontrar una nutrida galería del evento (agradezco a sus administradores que me hayan facilitado una de sus fotografías para ilustrar esta crónica).

El artista Ramiro Noriega se ha pronunciado con ingenio pero profundidad: “no hay cultura que no se mueva, que no esté siempre desapareciendo y apareciendo a la vez”.

Lo aplico al encuentro porque no es que los murales vengan a ser una muestra de La Cultura con mayúsculas, sino que es la propia cultura de Tepetlixpa la que los acoge.

Los artistas que pernoctaron bajo la hospitalidad de los de Tepe, el taquito y apoyo que varios vecinos dieron, el propio gusto como de fiesta que tenían los pequeños grupitos trabajando y los organizadores corriendo como locos, son muestras de que la cultura no sólo “adorna”, sino que en realidad moviliza a toda una comunidad.

La cultura nunca es algo que esté “afuera” de la comunidad ni tampoco un  “añadido” que se le pegue desde fuera.

No es que sea un “adorno” ni siquiera una inversión; en realidad, lo que nos sigue demostrando este encuentro es que la cultura es parte de la propia sociedad; tal cual los murales ahora son de Tepe porque van tomando su propia esencia frente a los de los pueblos vecinos, van agarrando un saborcito propio.

Si se sigue dinamizando, seguramente se van a ir escalando nuevos desafíos, otras expresiones, nuevas ideas que plasmar y compartir.

En esta edición, por ejemplo, se impartieron talleres a niños; en el futuro, por qué no, podrían darse a adultos mayores y pensar en la no menos importante tarea de discutir otras artes vinculadas al arte urbano más allá de la música, como la poesía, el rap, intervenciones, performances, en fin…

 De cualquier forma, después de este fructífero fin de semana también estamos aprendiendo más sobre diversas expresiones e ideas gracias a lo que vemos mientras caminamos las calles, eso no es poca cosa.

Así que, enhorabuena por el Colectivo y que vengan muchísimas ediciones más de su Encuentro.