
Mario Alberto Serrano Avelar
Cronista Municipal de Tepetlixpa
Escuchar la historia, ver a la imagen, sentir que la propia comunidad es la que ha engrandecido estas festividades creo que no dejó lugar a dudas de qué se trataba, y las palabras que la corporación utilizó durante el guión del Mapping no pudieron ser más precisas: es un Tributo, un agradecimiento.
Pasadas las nueve de la noche unos altavoces comenzaron a dar las indicaciones. Había que despejar la puerta y escalinatas del Santuario para dar paso a la proyección. Ese fue el momento crucial de las dudas, aunque desde un día antes desde luego, las redes sociales habían hecho lo propio anunciando que habría un “evento nunca antes visto” en el atrio. ¿De qué se trataría?
La expectativa de unos puede ser el nervio de otros.
Los organizadores del evento se veían frescos y tranquilos a las ocho de la noche, pero cuando la voz seguía pidiendo el apoyo para desalojar la fachada se veían un poco menos relajados.
Pero no hubo tiempo de pensar mucho. De golpe se hizo la oscuridad en la enorme explanada del atrio y el silencio se impuso a la euforia de la fiesta.
Entonces comenzó la proyección.
El altavoz indicaba que era el castillo, muchas personas cotilleaban que era un piromusical y algunos pocos que un video.
La voz que desde los altavoces del escenario ubicado en la parte poniente del atrio comenzó a narrar una historia sobre Tepetlixpa, aclaró las dudas.
Un torrente de luz y color se apropió de la fachada del templo.
Música, imágenes, la misma densidad de unos monitores bastante elevados de sonidos graves nos introdujo en uno de los espectáculos más impactantes que este municipio haya visto en los últimos tiempos.
Mientras el público nos metíamos en el paisaje de lo que sucedía frente a nuestra vista, la voz seguía hilvanando el origen del pueblo, su ubicación y otros datos. Diversas imágenes digitales comenzaron a llenar la fachada del templo de El Calvario conforme la historia avanzaba.
Juegos florales, imágenes abstractas, líneas de luz, todo se iba adhiriendo a los elementos de la fachada.
De pronto por ejemplo, una luz llenaba las columnas mientras una figura llena de arabescos se adosaba al óculo, la “ventanita” que está arriba de la puerta principal.
Los efectos de sonido permitían darle mayor énfasis a la historia, porque cuando se habló de que el Santuario se fue construyendo de a poco, un sonido y figuras que parecían ser ladrillos, parecía que se pegaban a las torres.
Un momento culminante fue cuando la puerta del Santuario se iluminó de golpe y la animación nos hizo ver que el Dulce Nombre de Jesús salía del templo.
El video Mapping, que tal fue el evento que el grupo de castilleros del señor Dionisio Hernández propuso para este año, es una técnica de proyección sobre superficies que con ayuda de un software puede dar diversos efectos y animaciones; utiliza unos proyectores especiales que oscilan entre los 3,000 y 20,000 lúmenes (un foco ahorrador de 60 watts, por poner un comparativo, tiene entre 800 y 850 lúmenes) y su objetivo está en que mediante la animación y programación pueda generar un contenido visual sobre las superficies generando efectos tridimensionales y una sensación artística.
El contenido visual que propuso la empresa Artech Pirotecnia & Fx, encargada de realizar el Mapping en Tepetlixpa el 24 de enero pasado se basó en la historia y tradiciones del pueblo.
Cada bloque de su programa, que tuvo una duración de alrededor de veinte minutos, fue narrando la historia de cómo llegó la imagen del Dulce Nombre de Jesús, qué tradiciones son propias de su festividad, cómo se fue construyendo el Santuario a lo largo de los años y los milagros que le son atribuidos a la imagen. Aunque desde que comenzó la proyección los celulares comenzaron a registrar todo, la verdad es que el público estaba como pocas veces sucede en Tepe, verdaderamente atónito.
Lo que se presenciaba no era desde luego un castillo pirotécnico, pero tampoco una mera diversión.
Se proyectaba una síntesis del propio Tepetlixpa, desde su toponimia hasta sus personajes, recalcando además el valor que tiene la fiesta para la identidad y por qué no decirlo, el orgullo de este municipio mexiquense.
No quisiera ser muy retórico pero fue como un homenaje dentro de la fiesta a la propia fiesta, y aunque eso ahora no lo sabremos sino hasta que la historia nos ubique, creo que también fue el parteaguas para abrir una época plena de modernidad a estas celebraciones.
En el futuro, lo puedo sentir, se podrá establecer que este evento fue la bisagra para comenzar la fiesta del siglo XXI.
Tras esta muestra de Mapping, que además es la primera que se realiza en toda la región de los volcanes, estuvo como ya mencioné, la Corporación de Castilleros del señor Dionisio Hernández, un grupo tradicional de Tepetlixpa que fue fundado en el año de 1955 pero que en últimos años ha innovado en lo que pueden ser los fuegos pirotécnicos; en enero del 2019, por ejemplo, fueron los primeros en introducir un “piromusical” cuyos alcances en ese momento fueron realmente un hito porque agregaron una transmisión en vivo; en menos de 18 horas tuvo a 8200 espectadores virtuales, lo que da una pauta sobre las posibilidades de un futuro tecnológico y digital para las mismas festividades.
Pero regreso a la proyección porque conforme avanzaba y dejaba ver sobre la portada del Santuario una serie de personajes entrañables como los moros con garrote, los chinelos, jaripeos y enfática y grandilocuente al mismo Dulce Nombre de Jesús, las emociones habían calado entre el público.
Sobre todo porque un espectáculo tan sensorial repercutirá siempre en los afectos de una manera contundente.
Un gran acierto del ingeniero Marcos David Cano Santiago la elección de la música y las animaciones que por un momento llevaron a recrear la llegada de la imagen, la forma en que según la bella tradición del pueblo, los antiguos tepetlixpenses acudieron a rendirle su devoción y el desenlace de una historia que todo mundo sabe y transmite amorosamente de generación en generación: que al día siguiente la imagen quiso quedarse en este pueblo de lomas y calles empedradas.
El componente religioso es el eje de los fuegos pirotécnicos de la fiesta, pero igual de sus danzas, música y atracciones, aunque creo que aquí se hizo más visible. Se suele decir que todo evento es en honor del Dulce Nombre de Jesús, pero la línea entre el gusto propio y la euforia que engendra la diversión hacen que la frase sea a veces, endeble.
Aquí, escuchar la historia, ver a la imagen, sentir que la propia comunidad es la que ha engrandecido estas festividades creo que no dejó lugar a dudas de qué se trataba, y las palabras que la Corporación utilizó durante el guión del Mapping no pudieron ser más precisas: es un tributo, un agradecimiento, un merecimiento por los favores recibidos; por tanto, la imagen es la que dominó el evento, la imagen y su historia, la imagen y la devoción que genera.
Grabé algunas secuencias pero luego apagué la cámara de plano. Las luces de los proyectores a veces iluminaban más al público, a veces nos sumergían en una penumbra necesaria para una transición, no de contenidos visuales, sino de las memorias y los afectos.
Al final de la proyección el audio reprodujo una oración que además de la religiosidad, resulta muy necesaria en este momento cuando al fin podemos hacer balance de lo que nos arrebató la pandemia.
A mi lado estaba un grupo de muchachitos tomando que durante todo el Mapping se quedaron sin palabras.
Uno de ellos, un poco más grande que el resto, estaba en un estado etílico más profundo, pero cuando comenzó la oración se quitó su gorra y alzó sus manos como para recibir una a una las bendiciones solicitadas.
Cerró sus ojos y así, con las manos alzadas se sumergió en esa petición colectiva que además, puso frente a nuestra vista una reproducción de excelente fidelidad del Dulce Nombre de Jesús.
El hombre lloraba, era tocado por una fuerza que desconocemos y que desde luego no se puede ni se debiera explicar.
Al poco rato se acabó el evento. “Sí se la rifaron”, “la neta se merecen el aplauso”, “se lo merecen”.
En el apretujado espacio que tuve la oportunidad de ocupar el reconocimiento fue unánime.
Me acerco al ingeniero David Cano. “Maestro, muchas felicidades por su trabajo. ¿Qué emoción les queda ahorita?”, me atrevo a preguntarle.
“Todos los eventos son únicos…”. Hace una pausa.
A su lado ya comienza a moverse el gran público que va a regresar al baile en el atrio, a sus compras, a la evasión tan necesaria que una fiesta de pueblo nos puede ofrecer.
Los miembros de la Corporación se abrazan, se saludan, se secan las lágrimas, están más que contentos de que esta nueva forma de rendir homenaje a su devoción haya sido un éxito.
“Lo acaba de decir hace un rato, te dejan sin palabras… y creo que aquí ha pasado igual”.
Mis respetos a la Corporación y familia Hernández por su excelente propuesta y ojalá que nos sigan emocionando a flor de piel con sus ideas frescas e innovadoras.