12 de marzo
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Jorge Martínez Cordero

    SAN MARTÍN CUAUTLALPAN, Méx.- El trabajo de María de los Ángeles Gómez Romero, tejiendo ropones para niños dios es reconocida por propios y extraños.

   Durante más de dos décadas se ha dedicado a esta actividad, sin importar tamaño y complejidad de las piezas que tiene que vestir.

   En esta comunidad, los mismos pobladores reconocen que María de los Ángeles es la única persona que lleva tanto tiempo haciendo esa clase de ropa.

    Sin temor de errar, habitantes del pueblo reconocieron que la señora ha realizado los mejores vestidos tejidos para sus niños, sin importar tamaño y complejidad, ella siempre lo soluciona.

   AMAQUEME la entrevistó en la pequeña accesoria donde pasa la mayor parte del día, ubicada en calle Emiliano Zapata, la cual le sirve temporalmente de tienda, bodega y taller.

    Su producción semanal es vasta, debido al alto número de encargos que tiene.

    María de los Ángeles ya rebasó el medio siglo de vida y mientras platica al reportero su vida, no dejaba de mover las manos para dar forma, con agujas de gancho a un gorro, complemento de un ropón que tenía que entregar.

   Al mismo tiempo atiende a su vasta clientela, principalmente mujeres, además de dar instrucciones a su equipo de trabajo, mostrar los trajes ya hechos y buscar accesorios que todas ocupaban.

Aseguró que su  trabajo es una de las mayores bendiciones que tiene como persona, pues en cada niño que entrega vestido gana una bendición, paz  y una alegría indescriptible.

   Aparte de que, cada peso ganado es multiplicado, porque le alcanza para sus gastos y pagar a las personas que le ayudan.

   Comentó que por más de dos décadas ha trabajado en la misma calle, muy cerca de la delegación, por lo que es ya reconocida por sus clientas que cada año aumentan por la calidad de sus prendas.

 “Muchas personas me conocen de hace tiempo, a muchas mamitas les gusta mucho el trabajo del tejido, por ello me buscan y prefieren venir hasta acá conmigo sin importar la distancia, quieren un ropón único y aquí es donde lo encuentran” asentó María.

Durante el transcurso del año, dijo que confecciona con tiempo sus vestidos, cuya mayoría son creaciones propias y llegando enero, en un local que renta por un mes se establece y comienza su labor de venta al público.

   Refirió que en la última semana de enero y el día uno de febrero es cuando aumentan las visitas a su tienda para vestir a sus niños dios.

   Aunque desconoce el número de ropones que ha hecho en sus más de 20 años de trabajo, calculó que sólo entre el uno y dos de febrero viste a más de 400 niños.

Confió que en cada niño que entrega vestido con una paleta de dulce como regalo, está segura que ve una sonrisa de satisfacción en ellos, aunque parezca irreal.

Confesó que durante el tiempo que lleva vistiendo a los niños le han ocurrido diversas experiencias, entre las cuales relató que una noche cuando terminaban de trabajar buscaban por todos lados su teléfono celular que había dejado a la vista y no lo hallaron, pero al siguiente día que llegaron, el teléfono estaba sobre una mesa a la vista de todas.

Otra experiencia fue que al retirarse de su local dejaron todo ordenado y al día siguiente que llegaron a abrir todo estaba en desorden, revuelto y con pisadas de pies pequeños, quedándose sorprendidas, pero nadie dijo nada.