12 de marzo
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Jorge Martínez Cordero

    CHALCO, Méx.- A los diez años, Marco Antonio Martínez Mendoza, hoy de 29, salió de su natal Hermenegildo Galeana, Puebla, obligado por la muerte de su madre y la enfermedad de su abuela.

   La necesidad lo llevó a vivir con una tía política que lo trataba muy mal en la colonia Unión de Guadalupe durante cuatro años.

   El reportero de AMAQUEME lo descubrió en el quiosco dibujando, retratos y comics, actividad en la que lleva poco más de una década y aprendió de manera autodidacta.

   Su sueño, confió durante la entrevista, es crear una historieta propia sobre leyendas mexicanas.

Recordó que desde los ocho años se despertó en él, su gusto por dibujar,  aprovechando cualquier trozo de papel que encontraba mientras cuidaba animales en el monte.  

   Lo atribuyó a una herencia de su mamá, que además escribía poemas, aunque confesó que su mayor influencia fue uno de sus tíos maternos, y un primo hermano, ya fallecido también.

Marco Antonio confesó que sólo logró estudiar hasta la secundaria, porque la falta de recursos económicos lo empujó a trabajar para sostenerse y a los 14 años decidió independizarse y vivir solo ante los malos tratos recibidos por su tía adoptiva.

“Mi tía siempre estuvo a disgusto con que yo dibujara, me llegó hasta romper y quemar mis libretas donde tenía mis trabajos, llegando el momento que me harté y opté por salirme de su casa y vivir solo”, aseguró.

   Dijo que por mucho tiempo dejó de dibujar y se dedicó a trabajar como obrador, ayudante de albañil y comerciante ambulante para sufragar sus gastos de vivienda como de alimentación.

Refirió  que hace cuatro años aproximadamente, sin dejar el comercio, retomó el dibujo y ahora, todos sus trabajos los realiza empleando únicamente bolígrafos de colores, una técnica, que sostuvo, es muy difícil dominar.

Comentó que empezó a usar las plumas de colores como un reto, cuando alguien le dijo que dibujar así era casi imposible, lo tomó como un reto y ahora el 90% de sus creaciones son con bolígrafos. 

   Externó que decenas de sus dibujos los ha tenido que vender porque es la manera para obtener recursos que le permitan pagar su hospedaje en una posada en Chalco, donde vive, además de guardar lo más que puede para comprar hojas de papel, opalina y plumas para seguir dibujando.

“Para comer no me importa mucho”, aseguró el artista autodidacta.

   Confesó que algunas veces le ha tocado dormir en la calle para ahorrarse lo del pago de la posada y comprar su material.

Señaló que aunque no ha ido a ninguna escuela de artes plásticas, le gustaría hacerlo para aprender más.

   Encarrerado en la plática, señaló que también quiere estudiar escultura y convertirse en tatuador.

Marco Antonio remarcó que no quitará el dedo del renglón de llegar a crear una historieta propia que hable sobre las leyendas mexicanas.

   Este artista de la calle pasa largas horas sentado bajo el fuerte sol en banqueta frente a Salinas y Rocha, sobre la avenida Cuauhtémoc centro, donde vende sus dibujos que exhibe en el suelo.

“No me importa las situaciones del tiempo, siempre me acoplo a ellas, ya sea con frío, calor, lluvia o viento, le busco la forma para que no me derroten y las hago mis amigas mientras echo a volar mi imaginación”, asentó Marco.