12 de marzo
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Alma Abilene Figueroa López

    ATLAUTLA, Méx.- Un ojo de Dios o tsikury es un objeto que tejido con hilo sobre una cruz de madera utilizando varios colores de ese mismo material  o de estambre.

Estas manualidades forman parte de la cultura y tradición de las comunidades wixaricas o huicholes, grupo étnico que habita principalmente en las entidades de Jalisco y Nayarit.

De acuerdo a la tradición huichol, cuando el niño llega al mundo sus padres le tejen y dedican un ojo de dios a la divinidad que lo guiará por su camino, como ofrenda para recibir bendición divina y espiritual.

Es así como se teje el centro y año con año se da forma a un nuevo punto alrededor, para completar cinco que son los cinco años de vida del pequeño.

Entrevistada por AMAQUEME, Ana Laura Rivera Torres explicó la forma en que aprendió a elaborar estas singulares artesanías.

“Aprendí de manera autodidacta, como yo lo sentía, como a mí me nacía y posteriormente tuve acercamiento con los abuelos wixaricas quienes también me han guiado para tener otro tipo de tejido o de formas”, explicó.

Mencionó que por la complejidad de los tamaños que manej, sus creaciones también son conocidas como mandalas tejidos.

El más pequeño que ha elaborado mide dos centímetros y el más grande es de 1.50 por 1.80 metros, además hace diferente figuras.

“La base de todo siempre va a ser el cuadrado, referente a las cuatro direcciones de la humanidad, de ahí hago círculos, rombos, cruces celtas, hexágonos, estrellas, flores, no hay un límite es lo que la imaginación va dando”, detalló.

Dijo que desde pequeña su madre le enseñó a bordar y actualmente hace sus tsikurys tejidos y después bordados.

“Con el bordado he aprendido que nos puede dar herramientas para improvisar y tensar hilos, para de esta manera ir creando las imágenes que salen de mí”, resaltó.

La entrevistada indicó que hace tsikurys personalizados de acuerdo a la fecha de nacimiento de cada persona, además de sahumar cada uno para que el dueño pueda reconectar con su ser espiritual.

Para que más personas puedan hacer sus propios tsikurys, Ana Laura imparte cursos para elaborar los sikuris, el cupo es de mínimo 5 y máximo 15 personas.

“Empecé a trabar con niños de entre 9 y 12 años, la idea de trabajar con niños es porque tengo la firme convicción de que si se forman y aprenden a canalizar sus emociones podemos tener una sociedad más sana”, argumentó.

Aunque en puerta tiene la impartición de algunos cursos, reveló  a AMAQUEME que tiene un proyecto de joyería que está próximo a lanzar.

“Estamos elaborando aretes, collares y pulseras con tsikurys de diferentes tamaños y diferentes terminaciones en hilo”, contó.

Expresó que este nuevo proyecto surgió luego de que los tsikurys gustaran tanto, sin embargo, debido a su tamaño no podían transportarlos y fue por ello que optaron por hacer miniaturas de ojos de Dios y hacer la joyería.

Ana Laura hizo una invitación a todos los lectores de AMAQUEME para asistir a alguno de sus cursos, cuyo costo es sólo una pequeña aportación voluntaria de recuperación.

“Que más personas conozcan que aquí elaboramos estas artesanías que no es algo fácil ni sencillo, pero tampoco imposible de realizar”, concluyó.