CHALCO, Méx.- Desde hace veinte días, las lluvias no han dado tregua a cientos de familias de Chalco, particularmente de al menos seis colonias, pero de ellas, Jacalones l y ll y Culturas de México, las más cercanas al colector de aguas residuales.
Lo que comenzó como un evento climático común de la temporada se ha convertido en una crisis humanitaria, con más de 600 familias de seis colonias afectadas por las inundaciones.
El agua, que en algunos puntos alcanza hasta un metro con veinte centímetros de altura, ha devastado hogares, dejando a sus moradores no sólo sin pertenencias materiales, sino también expuestos a enfermedades que agravan su ya crítica situación.
El panorama en Chalco es desolador. Electrodomésticos, muebles y vehículos han sido arrastrados o irreversiblemente dañados por el agua.
Para muchas de estas familias, lo poco que poseían se ha perdido en la corriente.
No obstante, el daño material es solo una parte del problema. Las aguas estancadas han generado condiciones propicias para la propagación de enfermedades de la piel y respiratorias, afectando a niños y adultos por igual.
Lo más alarmante es la pobre respuesta del gobierno del Estado de México., pues en lugar de implementar acciones contundentes para mitigar la emergencia, las autoridades han optado por minimizar la situación.
A través de comunicados en medios digitales, el gobierno estatal ha intentado desmentir las acusaciones de negligencia, afirmando que las medidas de contingencia están en marcha y que la situación está bajo control.
Sin embargo, las imágenes y testimonios de los residentes pintan una realidad muy diferente.
«Perdimos todo. El gobierno dice que nos está ayudando, pero aquí seguimos con el agua dentro de las casas. Nadie ha venido a vernos, ni a darnos una solución real», aseguró María González, vecina de la colonia San Juan Tlalpizahuac, una de las más afectadas.
Las promesas de ayuda y los comunicados oficiales no han sido suficientes para contrarrestar la desesperación y el enojo de la población.
Los vecinos se han organizado para tratar de desaguar las calles y evitar que más casas se inunden, pero los recursos son limitados y la ayuda gubernamental, insuficiente.
Mientras tanto, los medios nacionales han dado voz a las denuncias de decenas de afectados, pero el gobierno sigue insistiendo en su narrativa oficial, utilizando a sus dependencias para desacreditar las quejas como exageraciones o malentendidos.
Esta desconexión entre la realidad y el discurso oficial pone en evidencia una ironía dolorosa: un gobierno que intenta desmentir la gravedad de una crisis apoyándose en medios que deberían servir a la ciudadanía y no al poder.
Mientras tanto, la población de Chalco sigue sumergida, tanto en el agua como en la desesperanza, esperando que la atención llegue antes de que la tragedia se convierta en una catástrofe aún mayor.
Las familias afectadas no solo enfrentan la pérdida de sus bienes, sino también el riesgo de enfermedades que podrían cobrar un alto costo en vidas.
La falta de atención médica adecuada y de recursos para la limpieza y desinfección de las zonas afectadas exacerba la situación.
Cada día que pasa sin una respuesta efectiva del gobierno es un día más en que estas familias ven desmoronarse la poca estabilidad que les queda.
El gobierno del Estado de México se enfrenta a un dilema que va más allá de la gestión de una crisis climática; se enfrenta al reto de recuperar la confianza de una población que se siente abandonada y traicionada.
En lugar de utilizar sus recursos para desmentir las voces críticas, el gobierno debería centrar sus esfuerzos en brindar soluciones reales y tangibles a quienes más lo necesitan.
Hasta entonces, la ironía seguirá siendo que mientras el gobierno proclama tener la situación bajo control, Chalco sigue bajo el agua, y sus habitantes, bajo la sombra de un abandono que no debería existir en un estado que presume de estar al servicio de su gente.
