12 de marzo

**Inició a los 11 años y se escapaba de la escuela para ir a montar; sus siete hermanos también son montadores, es de Ecatzingo

Alma Abilene Figueroa López

ECATZINGO, Méx.- Lucio Yáñez Rivera es de movimientos y hablar reposados; no refleja lo que fue de joven como montador, pues por su temple y nervios de acero arriba de los toros se ganó por méritos propios, el mote de la “la licuadora de Ecatzingo»

  En su sangre y genes, Lucio lleva el gusto de este peligroso deporte, pues en ambas ramas de su familia, la mayoría de sus tíos maternos y paternos han sido montadores, al igual que sus siete hermanos.

   Estos últimos son recordados con respeto y cariño por quienes gustan de los jaripeos.

   Entrevistado por AMAQUEME, Lucio, actualmente de 48 años y 11 retirado de los toros, contó parte de su historia como montador, deporte donde se inició con tan solo 13 años.

   Durante más de un cuarto de siglo, fue montador y viajó por infinidad de pueblos y ciudades exhibiendo su natural talento.

 “En el pueblo, cada 12 de diciembre le hacen fiesta a la virgencita y al lado de donde iba a la primaria hacían los toros y a la hora del recreo nos salíamos varios compañeros”, relató.

   Recordó que se escapaba de la escuela con tal de montarse en un toro, aun sabiendo que a su mamá no le gustaba.

   “Luego ya ni queríamos llegar porque nos garroteaba, nos pegaba de que andábamos de locos”, contó.

Nacido en 1974 en este municipio, dijo que su familia la integraban siete hermanos (todos montadores) y una hermana.

    Comentó que su padre y un hermano de su papá también montaban y en la familia de su madre, tres de sus hermanos eran jinetes.

“Quizá por herencia agarré el gusto, o no lo sé”, externó.

    Refirió que el apodo se lo pusieron sus amigos desde sus inicios como montador y aunque al principio le molestaba, hoy en día es más conocido así que por su propio nombre.

El entrevistado dijo comenzó a montar en Ozumba y en Atlautla, en esos lugares no usaban espuelas de “gancho” pero adaptaban las espuelas charras.

“También nos llevaban mucho a los toros de a caballo, un señor que se llamaba Félix Roldán, y ahí también montaba los toros que jugaban”, expresó.

   Señaló que en sus tiempos, las montas no eran de paga, pues los jinetes se conformaban con un beso de las madrinas o con un cartón de cervezas.

Recordó que su primera monta de paga fue en su pueblo donde recibió la cantidad de 500 pesos.

“No tenía ni miedo ni precauciones, antes era de gusto, simplemente nomás por las madrinas, por un beso y ya luego la madrina te regalaba un pomo”, relató.

Dijo que al inicio, las montas eran en el piso, con el toro recostado, pero poco a poco se fue adaptando al cajón.

“Yo montaba puros de piso, y nomás viendo como subían y como entraban empecé a montar en el cajón, pero siento que era lo mismo tirado que en cajón”, puntualizó.

Actualmente tiene 11 años retirado de las montas.

    Mencionó que a veces ni siquiera asiste a los jaripeos porque de escuchar la música y ver los toros le da ganas de volver a montar, sin embargo considera que ya no está en edad de seguir en ese ámbito.

Cabe mencionar que Lucio radica en el estado de Morelos, donde formó parte de una cuadrilla de jinetes llamada “Los aferrados de Morelos”, con ellos viajaba a diferentes lugares y se ganaron el reconocimiento de chicos y grandes.

Aunque sus hermanos no fueron tan reconocidos en otros estados, en este municipio y la zona volcanes sí se les recuerda, algunos de ellos son “La Parka”, “La Pájara” y “La Tacha”, este último falleció hace algunas semanas.