2 de abril

Jorge Martínez Cordero

IXTAPALUCA, Méx.- Francisco Javier Torres Hernández, mejor conocido como «Pancholin Punchungaso del Taco Aguado», es un talentoso ventrílocuo y payaso que durante 40 años ha dedicado su vida a llevar alegría a comunidades de México y el extranjero. A sus 48 años, este artista originario de la Ciudad de México reside en Ixtapaluca, Estado de México, donde continúa su incansable labor.

Su inseparable compañero durante 15 años es Fortunato, un entrañable muñeco con el que comparte escenario. Pancholin también da vida a otros personajes coloridos como Francellin, Yin Yin, Melquíades y Doroteo, creando un universo de diversión para grandes y pequeños. Su talento trasciende los escenarios tradicionales; Pancholin ha llevado su teatro infantil comunitario a plazas, parques, camiones e incluso puestos de comida, llevando la magia del espectáculo a donde más se necesita.

Su trayectoria lo ha llevado a recorrer diversos estados mexicanos, incluyendo Oaxaca, Aguascalientes y Tlaxcala, y hasta ha llegado a Colombia, llevando consigo la riqueza del teatro comunitario mexicano.

«Llevar el teatro a comunidades con poco acceso a salas es profundamente gratificante», afirma Pancholin. «Montamos espectáculos en parques y plazas, y también ofrecemos talleres para acercar a la gente a la actuación». Su formación incluye estudios de teatro en la Casa de Cultura de la Universidad Autónoma de Guerrero, en Acapulco, donde residió seis años. Recuerda con especial cariño su participación en un encuentro teatral con «La Muerte» en Nezahualcóyotl, una experiencia que marcó significativamente su carrera.

«Pancholin» mantiene viva la tradición de la ventriloquia, una disciplina poco común en la actualidad. «Fortunato es mi tarjeta de crédito», bromea, resaltando la importancia de su fiel compañero en sus presentaciones familiares y llenas de humor. A pesar de los desafíos que enfrenta este arte en México, Pancholin continúa su labor, llevando alegría, humor y cultura a cada rincón que visita, demostrando la perseverancia y el impacto positivo que un artista puede tener en sus comunidades.