14 de marzo
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   AMECAMECA.- Emily Elizabeth Ramos es orgullo del departamento de protección civil y bomberos. A los 18 años entró a trabajar como voluntaria y no se atemoriza ante ningún siniestro y le entra como todos sus compañeros para apagar fuegos o rescatar personas.

“Vanellope” como le dicen en la corporación, es igual de inquieta que el personaje de la película y también la más pequeña de edad en el servicio.

   Actualmente tiene 22 años y al momento de acudir a algún auxilio lo hace con la misma entrega y responsabilidad que cualquier rescatista a la hora de atender una llamada de auxilio.

   En sus diarias tareas, los más de 20 kilos que pesa su equipo personal la detienen a la hora de combatir incendios.

   Cuestionado sobre sus motivos para laborar en un oficio tan peligroso, Emily destacó que el valor y la vocación de servir a los demás lo tiene en la sangre, pues su papá y su mamá son también paramédicos y bomberos.

   Confió que desde que tiene uso de razón, las pláticas familiares eran siempre de incendios, accidentes y atención prehospitalaria.

“Por eso me decidí a estudiar como técnico en enfermería y espero pronto lograr certificarme como paramédico en la Escuela Nacional de Protección Civil como técnico básico de gestión integral de riesgos”, dijo con orgullo.

   Sostuvo que la adrenalina de estar frente a un incendio o un accidente la hacen olvidar el miedo que normalmente tendría una joven de su edad, pero a ella esa energía la impulsa a actuar a pesar del peligro en el que pudiera estar.

Recordó que siendo muy pequeña vivió un incendio en una fábrica y vio cómo las llamas se extendían por el pastizal y amenazaban con alcanzar unas viviendas, pero contrario a lo que cualquier civil haría por alejarse, tomó unas ramas y comenzó a golpear la yerba seca para tratar de sofocar el fuego.

Poco pudo hacer por su corta edad y porque los bomberos la retiraron, pero ese hecho la dejó marcada y por la experiencia de sus padres decidió estudiar enfermería para entrar como rescatista a protección civil, donde ha tenido que aprender técnicas de apagafuegos.

   Recordó que su primer acto heroico, aunque parezca una leyenda urbana, fue rescatar un gatito que trepó a un árbol de 10 metros de altura y no podía bajar.

    “Llegamos a petición del dueño de la mascota y mi jefe, quien decidió la estrategia me dijo que me subiera a bajarlo, así que sin titubear subí a la escalera y con equipo de rapel bajé al animalito”, contó.

   Dijo que en la corporación están preparados para cualquier situación, “porque constantemente recibimos capacitación, y como mujeres, porque somos cuatro, no tenemos ningún privilegio, laboramos al parejo de los hombres”.

Aunque en este momento sólo es voluntaria, lo cual es además meritorio porque lo hace por servir, Emily “Vanellope” desea seguirse preparándose y escalar puestos hasta convertirse en jefa de bomberos, coordinadora de protección civil o cualquier otra responsabilidad que le permita seguir desarrollando su pasión por el servicio social.