16 de marzo

CHALCO, Méx.- A pesar de que su casa en la colonia Culturas de México lleva 32 días inundada por aguas negras, Beatriz Pulido ha cumplido con llevar a su pequeña hija a la escuela desde el lunes 2 de septiembre.

La ejemplar madre, relató que la mañana de ese lunes, cuando los niveles de agua en la calle aumentaron nuevamente tras una fuerte lluvia la noche anterior, además de la inundación que persiste dentro de su casa, tuvo que cargar a su hija en la espalda y caminar así hasta encontrar una zona seca.
Repitió la misma acción por la tarde al regresar con la menor, ya que el agua aún impedía el paso.

«Desde la mañana de ayer comencé a hacer esto para que mi hija no se quedara sin clases. Además, es algo bueno para ella, porque de esta forma puede convivir con más niños por unas horas y olvidarse de lo que está pasando dentro y fuera de casa con todo esto de las inundaciones», comentó Beatriz.

Aunque la mañana del martes tres el nivel del agua en la calle bajó un poco y pudieron caminar con cuidado por una orilla de la banqueta, todavía tuvo que cargar a su niña dentro de su propia casa, donde el agua alcanza casi un metro de altura en los cuartos y el patio.

La madre de familia explicó que utiliza un peto o pantalonera de hule que le regalaron sus compañeros de trabajo, para poder moverse dentro y fuera de la casa. Aunado a esto, su madre, una señora de edad avanzada, le ayuda con esta tarea y la acompaña hasta la avenida principal.

Pulido señaló que su labor no termina ahí, puesto que, ante la falta de transporte, ella y su hija deben caminar casi 40 minutos o incluso un poco más, para llegar a la primaria Luis G. Urbina, ubicada en la zona de escuelas de Chalco.

Por ello, dijo que tienen que acostarse temprano y madrugar mucho para que el tiempo no les gane.

Comentó que de los 32 días que llevan su calle y su casa inundadas, sólo ha podido trabajar 15, ya que ha tenido que ocuparse de sus padres e hija.

«No he podido trabajar, pero mi jefe conoce la situación por la que estoy pasando y ha sido comprensivo. A parte, mis compañeros de trabajo vinieron a mi casa y me regalaron las pantaloneras que uso junto con mi mamá para salir. La verdad, no sé y nadie de los que estamos afectados lo sabe, hasta cuándo se acabará esto. Tampoco las autoridades conocen el tiempo, porque ni siquiera han sabido darnos una respuesta», indicó la vecina.

Informó que la situación le preocupa cada vez más porque su padre es diabético y, al igual que su madre, son personas mayores. Tanto ellos como su hija de seis años, están propensos a enfermarse de las vías respiratorias debido a la humedad en la casa.

Resaltó que ya han pasado por infecciones en el estómago y la garganta, y aunque ha tenido dificultades para cubrir los gastos familiares, no se ha rendido y sigue adelante.
Apuntó que se acomodaron en un cuarto que tienen en la parte superior de la casa, porque abajo, donde dormían, todo, absolutamente todo se perdió, quedando literalmente bajo el agua.

Contó que le duele mucho que su madre haya perdido su pequeño taller de costura, desde su máquina de coser hasta sus telas e hilos. Sobre el censo que realizaron las autoridades, prefirió no hacer comentarios, porque consideró que no lo están llevando a cabo de manera consciente y equitativa con todos.

Expresó su deseo de que no llueva en los próximos días, para que el agua no vuelva a inundar las calles y, al menos, pueda caminar con su hija hasta la avenida y seguir llevándola a la escuela.

Por último, sentenció que no quiere nada material de las autoridades; el único regalo que desea es que saquen el agua de su casa para poder recuperar la vida que tenía antes.